"El engranaje sin Néstor no es lo mismo". Esa frase se la dijo a PERFIL un legislador ultrakirchnerista acostumbrado a recibir órdenes del patagónico, durante el funeral del ex presidente. Ese justamente será el desafío más cercano del Gobierno: cómo Cristina Fernández moverá las piezas para administrar la gestión, el armado político y aggiornar un sistema de toma de decisiones que, siempre, debía ser compartido con su marido.
En el entorno presidencial, dan por descontado que la muerte repentina del ex mandatario obligará a un cambio de roles que les permitirá a algunos referentes sumar responsabilidad, aunque, aseguran, la última palabra será de la Presidenta. En detrimento, otros funcionarios resultarán opacados y tendrán menos margen de maniobra.
Cristina se recostaría más que nunca, según reconocen en el oficialismo, en el asesoramiento de Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica desde que Kirchner llegó al poder en 2003. De origen cordobés, pero santacruceño por adopción, siempre actuó detrás de bambalinas en el escenario nacional. Su misión fue dar contenido ideológico y político al proyecto K, y diseñar el andamiaje legal del Gobierno. Por estos días, es uno de los más "enteros" y se ocupó de transmitir que "nada cambiará". Un viejo chiste que circula en el kirchnerismo ilustra su cercanía con el matrimonio: "Si Néstor y Cristina se separan, ¿quién se queda con el Chino?".
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