El nuevo jefe del Ejército Ricardo Cundom tuvo una buena recepción entre los senadores que deberán aprobar su ascenso a teniente general. PERFIL pudo confirmar con fuentes de los bloques radicales y del Peronismo Federal que no se presentaron objeciones a sus anteriores ascensos. Aunque aún no se han pronunciado en público sobre el tema, se espera que den luz verde cuando su pliego sea tratado en la Comisión de Acuerdos del Senado algo que ocurrirá luego del receso invernal.
Algo similar ocurrió en ámbitos militares. Según fuentes castrenses, es una persona de prestigio en la tropa por su trayectoria. También despertó elogios entre los veteranos de Malvinas por su condición de ex combatiente (piloteó un helicóptero Bell durante el conflicto). “Tenemos buenas referencias y creemos que es una buena noticia que un verdadero veterano esté al mando”, evaluó Alberto Paturero, de la Asociación Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos.
César González Trejo, ex combatiente de la Comisión de Familiares de Caídos, también indicó que tiene buenas referencias. Pero aclaró que “no es porque sea veterano, porque Martín Balza lo era y su gestión no gustó”.
Las primeras lecturas de su discurso, de tono institucional, y los cambios que definió esta semana al apartar a algunos hombres muy cercanos a Milani, apuntan a una gestión de perfil profesional. Por eso hay dudas sobre la continuidad de los dos proyectos de alto perfil que tenía en carpeta Milani: la realización de un vistoso desfile antes de fin de año en el que se mostrarían las adquisiciones de su gestión y la apertura de los hospitales militares a la población civil.
Entre los primeros problemas que deberá resolver está la situación salarial, que no se ajusta desde abril de 2014. Muchos aspiran a que se logre un aumento mayor al que acordaron los trabajadores estatales, del 27,4%.
Otro tema que despierta quejas es el achatamiento de la pirámide salarial, algo que se fue imponiendo para financiar la catarata de ascensos que impulsó Milani, hasta alcanzar el número de 59 generales, algo desproporcionado para los cerca de 17 mil efectivos que tiene la fuerza (en la década del 80, con ochenta mil efectivos había 33 generales).