POLITICA

Si WikiLeaks hubiera estado antes en la Argentina...

Cómo habría cambiado nuestra historia.

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La mega filtración de Wikileaks trajo a cuento la doctrina del “Gobierno abierto”, un viejo concepto según el cual las administraciones deben ser públicas en todos los niveles posibles, para favorecer la transparencia e impulsar la participación ciudadana. En diplomacia, sin embargo, la confidencialidad y el secreto son valores claves en las negociaciones entre países, por lo que diplomáticos y expertos suelen respaldar lo secreto. Incluso en la cancillería argentina se ufanan del sistema de codificación de cables diplomáticos, que si bien data de la década de 1980, ha demostrado no tener fisuras.

En nuestra historia reciente, sin embargo, el exceso de confidencialidad ha traído más de un problema, recuerdan diplomáticos. Vale recordar algunos de los casos en los que si hubiera existido Wikileaks, la historia hubiera sido muy diferente.

Yabrán. En junio de 1991, la embajada de Estados Unidos en Argentina recibió cables secretos de la Drug Enforcement Administration (DEA), que advertían que el empresario Alfredo Yabrán y la Amadeo Juncadella eran investigados por una cuenta off shore. Además, se informaba que una empresa del holding Juncadella estaba siendo investigada por maniobras de lavado de dinero a través de la exportación de oro. La Embajada remitió los cables a Cancillería, que los mantuvo en reserva. Siete años después, Yabrán se suicidó cuando era investigado por el crimen del fotógrafo de Noticias, José Luis Cabezas, y por liderar una de las asociación ilícitas más grandes de Argentina.

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Causa Amia. El septiembre de 2000, la Embajada de Argentina en Arabia Saudita recibió varios llamados de Al-Qaeda con dos mensajes muy claros. En el primero, el grupo terrorista se atribuía la autoría del atentado contra la sede de la AMIA en 1994 y el segundo anunciaba un atentado contra “blancos norteamericanos” en “un martes de septiembre”. La información llegó en un cable ultra secreto y urgente a la Cancillería con fecha del 23 de septiembre de ese año y de allí la información fue derivada a la SIDE y al Departamento de Estado de Estados Unidos. Pero por su carácter confidencial nunca llegó a la Justicia.

Un año después, la amenaza de Al-Qaeda se cumplió: fue un martes 11 de septiembre de 2001 cuando se produce el ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono. Fue recién en ese momento cuando el entonces ministro Juan Carlos Echegoyen, ex encargado de negocios de la Embajada en Arabia Saudita, dio a conocer el cable que decía “asumimos responsabilidad de la explosión que ocurrió en Argentina y anunciamos que Norteamérica tendrá sorpresas el 28 de septiembre, un martes. La Base”. La justicia cuestionó el hermetismo de la Cancillería y pudo empezar a investigar la pista recién un año más tarde.

Causa Armas. La Guerra del Cenepa por la llamada Cordillera del Cóndor enfrentó a comienzos de 1995 a Perú y Ecuador, y algunos funcionarios argentinos no tuvieron mejor idea que enriquecerse enviando fusiles FAL y municiones. Para ello el ex presidente Carlos Menem firmó tres decretos autorizando la venta de armas a otros países, pero que terminaron yendo hacia naciones impedidas de hacerlo, como Croacia (que tenía un embargo de la ONU) y Ecuador (Argentina era garante de paz).

La triangulación se hizo en secreto, pero llegó a oídos del entonces embajador argentino en Perú, Arturo Osorio Arana, quien envió cuatro cables urgentes y secretos para advertir de la maniobra. El embarco de armas llegó a destino sin problemas y el tema sólo salió a la luz por investigaciones periodísticas. En su defensa, los diplomáticos presentaron los cables a la Justicia cuando se inició el Juicio, y el ex ministro de Defensa, Oscar Camilión, protestó por no haber tenido acceso a esas comunicaciones. “De haber conocido esos cables, hoy no existiría este juicio. Defensa no ocultó nada”, se defendió el diplomático.

Embajada paralela. En su función como embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous, no dejó ni un segundo en informar a través de cables reservados las actividades de los funcionarios kirchneristas que llegaban y salían de ese país, algunos de las cuales hacían sospechar negociados y la existencia de una “embajada paralela”. En la Cancillería, sin embargo, el silencio fue el protagonista. Recién cuando Antonini Wilson intenta ingresar la famosa valija de 800 mil dólares al país es cuando se empiezan a conocer los supuestos negociados entre funcionarios argentinos y venezolanos. El Congreso citó entonces a Sadous para que explicara el contenido de sus cables, lo que hizo saltar a toda la corporación diplomática. Sólo media docena de cables fueron dados a conocer.

(*) Periodista del Diario Perfil.