Aunque los empresarios no lo querían ver, el todopoderoso líder de la CGT, Hugo Moyano, estuvo en el cierro de la Conferencia Anual de la Unión Industral Argentina, un territorio hostil para el camionero desde que impulsa el proyecto de Héctor Recalde para que las empresas coparticipen ganancias con los trabajadores.
"No habrá sindicalistas invitados", fue la frase que se repitió hasta el hartazgo los días previos al evento, que hoy cerró la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, allí, mezclado entre los líderes de algunas de las firmas más importantes del país, estuvo Moyano.
El presidente del PJ de la provincia de Buenos Aires llegó acompañando a la primera mandataria y estuvo en el sector VIP de reuniones junto a ella, la ministra de Industria Débora Giorgi, el gobernador Daniel Scioli, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, el titular de Economía, Amado Boudou, y su par de Trabajo, Carlos Tomada.
En el encuentro reservado, Moyano y Antonio Caló (UOM), que lo secundó, se cruzó con el titular de la UIA, Héctor Méndez, el secretario de la entidad, José De Mendiguren, y otros integrantes de la estructura de la organización empresario que se oponen de manera tajante al proyecto Recalde.
Este fue el segundo encuentro que se produjo entre la CGT y la UIA tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, en cuyo funeral Moyano invitó a una café a los industriales para "consensuar" políticas ya que consideraba que el deceso del patagónico abría una "nueva etapa".
En su discurso de cierre, CFK envió una señal a sindicatos y empresarios: sostuvo que la puja por la distribución de ingresos entre capital y trabajo debe darse con “racionalidad institucional y legal y encauzarla en el marco de las leyes y de la Constitución".