Luego de una semana en la que el duelo entre el Gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires escaló un nuevo nivel, esta vez por la decisión de la Casa Rosada de suspender las clases presenciales hasta el 30 de abril, la titular del área porteña, Soledad Acuña, dialogó con PERFIL.
—¿Cómo evaluó el encuentro entre el presidente y el jefe de Gobierno?
—Nos dio satisfacción que se haya producido. El diálogo venia complicado. Además, el tono de la conversación fue productiva y no hubo chicanas. Es más fácil trabajar así. Pero nos llamó la atención que los números que teníamos fueran tan distintos. Por eso Horacio se comprometió a ampliarle los datos. En especial, en transporte: el Presidente sostenía que la curva subió con el comienzo de las clases y (Fernán) Quirós ya explicó que no fue así, sino que respondió, un mes después, a otras cuestiones, como el clima. Además, el Presidente dijo que se disparó el contagio en chicos de 9 a 19 años. Pero cuando se ve en detalle, en rigor lo que se disparó son los casos de chicos entre 16 y 19, vinculados a reuniones sociales. Lo cual no sería motivo suficiente para suspender las clases presenciales.
—¿Y la movilidad que generan las clases presenciales?
—En cuanto al movimiento alrededor de la escuela, nosotros sabemos que la cantidad de gente que se movilizaba antes del 17 de febrero (cuando volvieron a abrirse las aulas) es la misma que hoy. Es decir, no aumentó con el regreso de las clases. Al contrario: como las vacantes se dan por cercanía, tanto en inicial como en primaria, la mayoría va caminando a la escuela porque vive a pocas cuadras.
—El Presidente habló de las madres en la puerta de los colegios como vector de contagios...
—Es más caro cerrar las escuelas por el daño de los chicos que mejorar el sistema de entrada y salida. Podemos hacer cosas, como cambiar el protocolo, pero sin cerrar las escuelas. El impacto del año pasado con la ausencia de presencialidad, en lo emocional y en el aprendizaje, es muy grande. Estamos preparados para escenarios de restricción, pero eran para otro momento y otros datos distintos. Si la hipótesis del Presidente es que cerrando las escuelas bajan los contagios, se puede observar el caso de Alemania, donde compararon los contagios con aulas abiertas y cerradas. El resultado fue que era mejor dejar las escuelas abiertas. ¿Por qué? Porque los chicos se pueden juntar fuera de la escuela sin protocolo y contagiarse.
“Estuvimos de
acuerdo en que
las decisiones se
toman en la unidad
mínima posible”
—¿Los chicos cambian sus barbijos con sus compañeros?
—Recorro escuelas todos los días: nunca vi chicos intercambiando barbijos. Tenemos un sistema de alertas donde los directivos nos informan qué cambiar del protocolo. Tuvimos reuniones con sindicatos y jamás se planteó el intercambio de barbijos como problema. Es más: la sorpresa que hay es por cómo los chicos y las chicas cumplen la distancia, el barbijo, el alcohol en gel.
—¿Piensa que los gremios, en especial Ctera, están detrás de la suspensión de clases?
—Hay que preguntarle al Presidente si Ctera lo presionó para tomar esa decisión. Desde el primer día, Ctera no quiere volver a la presencialidad y dice que es riesgoso. El resto de los sindicatos, que en la Ciudad son 17, se expresaron públicamente en contra de esta medida y pidieron la revisión del cierre. Y la enorme mayoría de los docentes creen en la presencialidad.
—¿Qué cambió entre el planteo del ministro de Educación nacional a favor de las aulas abiertas y el DNU presidencial en horas?
—Primaron cuestiones más políticas que técnicas. Tomaron una decisión sin pensar necesariamente en los datos sino lo que convenía políticamente. Como dijo Horacio: es la consecuencia de no haber podido cumplir el plan de vacunación. Tomaron medidas sin evidencia.
—¿Axel Kicillof pudo haber estado detrás de este cierre de escuelas también?
—Lo que no entendemos es por qué las decisiones de la Ciudad son iguales para la Provincia. No es lo mismo un colegio en Capital que en La Matanza: las distancias, la distribución de escuelas, el transporte, no son los mismos. No entendemos por qué se toman decisiones en conjunto y nos toman como un solo lugar con el conurbano. No corresponde en Educación. Con el ministro Trotta y los 23 ministros provinciales estuvimos de acuerdo que las decisiones se toman en la unidad mínima posible: para cada ciudad, para cada departamento o municipio.
—Si las escuelas no se abren, ¿podrían dictaminar su apertura con un decreto porteño declarando esencial el servicio?
—No. Horacio necesitaría una ley. Hay varios proyectos en la Legislatura porteña y en el Congreso. Pero no es competencia del jefe de Gobierno.