La medida fue ordenada, según trascendió, por el propio mandatario ante la amenaza de que la situación de tensión social finalmente desborde y convierta a Río Gallegos en el escenario de un serio enfrentamiento.
Es que la situación en la provincia tiene a empeorar. El jueves pasado, unas 6000 personas marcharon por las calles de Río Gallegos en demanda de mejoras salariales, básicamente en solidaridad con el gremio de los docentes que, en Santa Cruz, intenta remover “un ruinoso básico” de 161 pesos.
La marcha pronto se convirtió en una manifestación de claro tinte antioficial, por el tenor de los reclamos, y por las críticas a la gestión de gobernador Carlos Sancho. “Mucha gente gritaba haber perdido el miedo, y otra, que ya habían perdido hasta el respeto por la figura de todo el gabinete provincial y por el propio presidente Kirchner, a quien culpaban de los desastres que se producen hoy en Santa Cruz desde la órbita política y particularmente hicieron hincapié en los amigos del poder que, señalaban, se enriquecen con los dineros del Estado a través de la obra pública y la publicidad oficial”, según informó la agencia de noticias Opi Santa Cruz.
La marcha de protesta se dirigió hasta la casa del presidente Kirchner y desplegó pancartas e insultos frente en la puerta de la residencia del mandatario. El viernes otra marcha se hizo escuchar, esta vez en defensa del oficialismo local y también nacional, una marcha que apenas pudo reunir a 500 “empleados públicos convocados por empresarios y dirigentes políticos afines al gobierno”, según fuentes de Río Gallegos.
Sea como fuere, el presidente Kirchner, quien arribó el vienes a la provincia, ordenó a la Gendarmería cercar el perímetro con una zona de seguridad para evitar que eventuales manifestaciones cumplan con una de las amenazas escuchadas en la marcha del jueves: la de “incendiar” la propiedad familiar.