Carlitos, por primera vez desde que comenzaron a pagarle por patear la pelota, dejó de ser la gran estrella de un equipo sólido, con buen juego, para pasar a ocupar un rol de obrero, de lujo eso sí.
Qué los flashes hoy no estén enfocados en la humanidad de Tevez no es por algún mal rendimiento o baja en su cotización sino porque la maquinaria comercializadora del fútbol encontró a un especímen superior a David Beckham. Y es que el portugués, además de ser un codiciado baby face, a diferencia del Spice Boy, juega bien al fútbol, es habilidoso, potente y canchero.
La suma da perfecta y las calles de Moscú, sede de la final de la Champions, adornadas con su imágen.
Pero Tevez, el pibe que más allá de los millones de euros, de las fiestas top que organiza el United, mantiene la esencia que lo hace querido en cualquier parte del mundo.
Carlitos, el mismo que es tapa de los amarillistas tabloides al considerarlo entre los jugadores más feos o los peores vestidos, suele tener un ángel especial.
Y es que el "bello" de Ronaldo suele levantar la patita cuando las papas queman o en las instancias donde la presión aumenta: ahí aparece Tevez. Por algo la barra inglesa no duda en corear el "argentino, argentino". Una herejía en tiempos no muy lejanos. Un agradecimiento al pibe que entrega todo.