Con la retirada de Toyota, anunciada este miércoles después de las de Honda, BMW y Bridgestone, la Fórmula 1 entrará en una nueva era, en la que no estarán tan presentes los constructores, lo que no tiene por qué hipotecar el futuro de este escaparate del deporte del motor. Motivos económicos coyunturales explican esos abandonos. Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo, está sufriendo mucho la crisis. Pero los motivos también son estratégicos: BMW justificó su marcha por decisiones medioambientales.
El automóvil ecológico del futuro, objetivo de la marca, no concuerda con la Fórmula 1 y su enorme consumo. La Fórmula 1, que fuera un deporte amateur y noble, se ha convertido en un instrumento de márketing desapasionado, en el que las firmas invierten sumas vertiginosas pero que pueden abandonar de la noche a la mañana sin romper ningún vínculo emotivo. Esa mutación, que se produjo en los años 1990-2000, fue llevada en volandas por las televisiones, que adquirieron unos derechos que valen oro, y por los constructores automovilísticos, que llegaron masivamente a la Fórmula 1 por aquel entonces. En 2003 ó 2004, en la parrilla había ocho representados.
Los dos grandes artífices de ese cambio, Bernie Ecclestone, el gran jefe de la disciplina con la que se enriqueció de forma prodigiosa, y Max Mosley, presidente durante 16 años de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), que gestiona la Fórmula 1, hoy son señalados con el dedo. "Lo que se ve hoy es el resultado del sistema de gestión de la FIA", lamenta Ari Vatanen, que fue candidato a su presidencia, según el cual la Federación Internacional gestionó el deporte del motor menospreciando los intereses de sus participantes. "Pilotos, escuderías, constructores... no se atrevían a decir nada (a la FIA) por temor a represalias.
Sin embargo, quienes invierten en el deporte deben tener algo que decir", dice el finlandés, derrotado en octubre por el francés Jean Todt. Honda, BMW y Toyota, presionadas por las autoridades deportivas, debilitadas por sus resultados económicos y en declive deportivo, optaron pues por poner fin a su paso por la Fórmula 1, igual que el suministrador único de neumáticos, Bridgestone. "Es una señal sumamente grave", dice Vatanen. "Es un cicli que acaba de terminar", relativiza por su parte Eric Barbaroux, ex delegado general del Gran Premio de Francia. "Durante diez años, los constructores automovilísticos confluyeron hacia la Fórmula 1. Ahora se van. Pero no hay que desesperarse", afirma. "Lo que importa en la Fórmula 1 son los pilotos. ¨Se hablaba tanto de los constructores durante las batallas entre (Alain) Prost y (Ayrton) Senna (cuando los constructores tenían poca presencia)?", se pregunta el directivo de la Federación Francesa del Deporte del Motor. "¨Y era tan genial cuando (Michael) Schumacher les metía un minuto a los demás cuando más constructores había?", añade.
Lo cierto es que al término de un campeonato que ganaron las escuderías Brawn GP (aunque fuera la antigua Honda) y Red Bull, muy por delante de Toyota (5), BMW Sauber (6) o Renault (8), las grandes escuderías no parecen tan ineludibles. "Simplemente volveremos a una Fórmula 1 como la de los años 1990, antes de la llegada de los constructores", dice Barbaroux. Menos rica pero igual de interesante.