Si bien tenían un trato fluido cuando él era arzobispo porteño y ella vicejefa de gobierno, desde hace unos años la relación se congeló. Ahora una minuciosa acusación por la “doble moral” de Gabriela Michetti, a raíz del misterioso robo ocurrido en su casa en noviembre del año pasado, confirmó que la bilateral entre el Papa y la vicepresidenta se volvió inexistente.
El denunciante fue Juan Grabois, dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y vocero informal de Francisco hasta hace un mes atrás. Es que el Papa blanqueó su estatus, al designarlo asesor del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz del Vaticano, un cargo que en la práctica implica aceitar el nexo entre la Iglesia y los movimientos populares.
“Michetti se autoincriminó en varias irregularidades de carácter cambiario, tributario, laboral y societario, vinculadas a la posesión de 50 mil dólares y 245 mil pesos en efectivo en su domicilio”, afirmó Grabois en una carta, en la que enumeró las desprolijidades del caso que involucra a la vicepresidenta y presidente de la Fundación SUMA.
Abogado y profesor universitario, Grabois opinó que “si se le aplica la misma vara que a otros, un fiscal debería investigar”. Pese a no haberlo hecho por pedido papal, el cuestionamiento a Michetti llega en el marco de un vínculo paralizado entre la actual vicepresidenta y Bergoglio. Y coincide con un tibio intento de acercamiento del Papa al macrismo (aunque no a Michetti): el 17 de octubre, al día siguiente de la canonización del cura Brochero, Francisco y Macri se reunirán por segunda vez bajo gestión PRO.
Lejos del diálogo que mantenían cuando Bergoglio era arzobispo porteño y una especie de confesor de Michetti, ella fue una de las pocas funcionarias en confirmar el malhumor del Papa con el Gobierno. En ese contexto, Grabois citó la frase papal sobre el “eticismo sin bondad” y protestó por “el aura inmaculada con la que se reviste a algunos personajes funcionales al poder real y la sospecha permanente sobre los que lo combatimos (en referencia a Milagro Sala) son parte de una estrategia de dominación”.
Michetti nunca accedió a una audiencia privada con Francisco. Y el año pasado dijo estar arrepentida de no haber votado en 2010 la ley de matrimonio igualitario. Ese cambio, y no el hecho de estar a favor del casamiento homosexual, fue una de las posturas que le cayó mal a Bergoglio, según asegura uno de sus asesores.