Una decisión judicial tomó partido en el hogar que supo presidir el cura Julio Grassi. Ayer, la jueza Myriam Rustán de Estrada dispuso que el Hogar San José Obrero, siga funcionando temporariamente con los doce chicos que no querían irse.
Esta mañana, en diálogo con Radio Mitre, el defensor de Menores de la Justicia Nacional, Marcelo Jalil, recordó que "en septiembre de 2008 un chiquito se quiso ahorcar con un cable en el colegio y cuando lo hicieron desistir de su intento, otro chiquito que estaba al lado le dijo - y es literal - "señorita lo que pasa que aquí empezó realmente la joda de los abusos".
La denuncia a la que refiere el defensor de Menores fue publicada oportunamente en el diario Perfil. " Era público y notorio lo que pasaba con los chicos del hogar", explica Jalil. "En sus propios legajos - a los que definió como libreta de carnicería - aparecían los abusos. Daban pena".
Luego, explicó por qué es crítico con los manejos de la Fundación. "Es para ambos sexos, chicos chiquitos y chicos grandes. Hay una chiquita que es anorexica, un chiquito psiquiátrico. Tenían tratamiento y tomaban pastillas. Otra nena que repitió el año porque no veía, no tenía anteojos".
A propósito de la situación actual de los menores, el Defensor sostuvo que "lo que cambia es que, para asegurar la contención afectiva de los chicos, se hizo esto con el arzobispado hasta que los chicos puedan ser reubicados".
Según Jalil, desde que estalló el caso por los presuntos abusos de Grassi, el hogar es regenteado por personas "capacitadas en nada y manejado por control remoto desde otro lado". Su primera intervención pública fue cuando Grassi señaló que "como los chicos vienen de familias promiscuas es común que les pase eso adentro del hogar", algo que el propio Jalil calificó de "confesión perversa".