La carrera del nuevo jefe del Ejército, César Santos Gerardo Del Corazón de Jesús Milani, estuvo signada por el espionaje desde su llegada a Tucumán cuando la “guerra sucia” se iniciaba antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Después de aquella experiencia, el entonces subteniente del arma de Ingenieros realizó la especialización de inteligencia y cumplió diferentes funciones en esa área hasta llegar a la cúpula de la fuerza.
En noviembre de 2007 la entonces ministra de Defensa, Nilda Garré, echó al jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército, general Osvaldo Montero, por “conspirar en su contra”. En el ámbito castrense cuentan que Milani, que era el segundo de Montero, fue el que alertó a la ministra sobre las maniobras su jefe directo. Algunas fuentes aseguran que contó con ayuda de un sector de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) y que al desplazado militar “se lo había comenzado a caminar desde septiembre” de ese mismo año.
A fines de la dictadura, Milani estuvo un tiempo destinado en Córdoba. Con la llegada de la democracia pasó por el Batallón de Inteligencia 601 y tuvo un extraño rol durante los alzamientos carapintadas como “oficial de contrainteligencia” destinado en la Central de Inteligencia Militar.
Desde que se animó a entregar la lista del Personal Civil de Inteligencia que actuó durante la dictadura, Milani sumó el apoyo de los organismo de derechos humanos. Quien tiene un buen recuerdo del ahora teniente general es el ex represor del Batallón de Inteligencia 601, Jorge Raúl Zenarruza, ex jefe de Milani y amigo y socio del ex espía de la Policía Metropolitana, Ciro James.