Para entender los movimientos de Cristóbal López de los últimos meses sólo hay que pensar en un número: 2015. Es que el empresario busca reconvertir sus unidades de negocio con una perspectiva de crecimiento que vaya más allá del kirchnerismo, de la política local y de cualquiera que ocupe el sillón presidencial a partir del 11 de diciembre de 2015. Con los años aprendió que la dependencia del poder sirve al principio, ayuda a crecer las utilidades, pero es un espina que hay sacarse.
Por eso, y en sintonía con un lógico plan de expansión de su empresa por fuera de la Argentina, comienza a invertir en nichos que exceden a los vaivenes de las decisiones del próximo presidente.
Si hay algo que detesta Cristóbal López es que lo comparen con Lázaro Báez, el empresario que se ha convertido en un emblema de los negocios dependientes de la cercanía con el poder. “Esto es una empresa en serio, no una verdulería”, lo han escuchado decir algunos empresarios como crítica al empresario
López sabe que su imperio, el grupo Indalo, –que maneja un volumen de negocios de $12 mil millones– creció con la ayuda del kirchnerismo, pero también sabe que es un modelo agotado.
Y entiende que en los años venideros tener la estampa K no será tan beneficioso ni rentable como hoy. Por eso, busca lavar su imagen públicamente. Compró la marca de Marcelo Tinelli y producirá sus programas.
También sumó a Susana Giménez, la “madrina” de los algunos casinos de Indalo, que además, se animó este jueves a “prestarle” su “inocencia” para una foto conjunta.
La pregunta clave es hacia dónde cree que se reenfocará el poder político a partir de 2015.
La respuesta no es difícil. Apenas hay que seguir la cobertura que realizan sus radios (la 10, sobre todo) y su canal (C5N) para ver en qué candidato no estrictamente oficial ya puso sus ojos. Una ayuda: fue motonauta.