Los bonos locales cerraron una semana negra arrastrados por el impacto en los mercados del pánico a la extensión del coronavirus que generó una mayor aversión al riesgo a los activos de países emergentes como Argentina, y también por las dudas en torno a la reestructuración de la deuda que entró en tiempo de descuento.
El combo de un clima global adverso y el endurecimiento del Gobierno, avalado por el FMI que planteó la necesidad de una “contribución apreciable” de los acreedores, lo que hace suponer una quita más agresiva a la que esperaba el mercado, afectaron el precio de los bonos que hoy cotizan en paridades entre 40% y 45% según bajo qué legislación están. Ante este panorama, los analistas advierten que si se presenta una oferta agresiva o si la situación internacional empeora, los bonos sentirán el impacto y podrían volver a paridades inferiores al 40%.
Según el consenso, a medida que se acerquen a la zona del 30% aumenta el peligro de que los bonos que hay que renegociar terminen en manos de fondos buitre que “litigan hasta el final”, y si logran juntar “masa crítica”, pueden “bloquear” la reestructuración.
Nery Persichini, de GMA Capital, sostuvo que “paridades debajo de 40% ya invitarían a fondos buitre a ingresar, el riesgo es que estos fondos tienen una lógica financiera de confrontación y litigio. Bloquear acuerdos en diversas series de bonos e impedir el logro de mayorías es una de sus estrategias”. El analista indicó que la deuda “ley Nueva York cotiza en la zona de 45%, aunque con gran disparidad. Los bonos cortos se negocian al 50%, mientras que los más largos, al 41%”. Fernando Baer, de Quantum, señaló que “con paridades de 30 empezás a tener otro tipo de acreedor en la mesa de negociación”. Para el financista Christian Buteler, los precios atractivos para que ingresen los buitres son de “30% o menos”, y acotó que “aún los bonos no están a los valores del día posterior a las PASO y ahí no se vio gran afluencia de buitres, pero si hacer una oferta para el mercado mala, y se profundiza la caída, ya existe ese riesgo”.
El mercado de la deuda se reparte entre los grandes fondos de pensiones, como Fidelilty, por ejemplo, que tratan de evitar al máximo cualquier volatilidad y ruido; los hedg funds o fondos de inversión que juegan con las variaciones moderadas de precio intentando “comprar barato” y “vender caro”, pero en una franja que consideren “manejable”. Cuando un activo de los que tienen se debe renegociar, miden el riesgo de hacerlo, las posibilidades de ganar con una reestructuración o si les conviene deshacerse de esos papeles y pasarlos a manos de los “fondos de distress”, que entran a precios viles y están dispuestos a pelear en la justicia, como en Nueva York.
La combinación de la dureza del Gobierno con el pánico financiero de la última semana hace creer en algunos despachos de la City que los fondos de inversión como Templeton, BlackRock o Pimco, hoy con el grueso de la tenencia de los títulos que deberían ser canjeados, “se harten” y para evitar complicaciones, si siguen bajando de precio, los vendan a los fondos buitre, cuyo negocio es entrar con bonos a precios de remate y litigar en la Justicia. Y entren a jugar viejos conocidos de la Argentina, como el fondo Elliot Management, que litigó y ganó tras los canjes de 2005 hasta cobrar en 2016.