POLITICA
El caso del soldado en Crdoba

"Vi desfigurado a mi hijo", dice la madre

El cadáver de Pablo Guevara, el soldado voluntario del III Cuerpo del Ejército Argentino, muerto en Córdoba, despierta las dudas del fiscal y de su familia. En una entrevista exclusiva con PERFIL, en su casa de Jesús María, la madre, Graciela Guevara, y la hermana de la víctima, Marta, exigen que les respondan todas las dudas que tienen. “¿Por qué mi hijo estaba tan golpeado, si murió de muerte natural?”, se pregunta su madre en medio del llanto. Para los vecinos del pueblo, hay otra hipótesis: “¿Y si Pablo vio algo que no tenía que ver y por eso lo mataron?”, dicen. Todas las dudas del fiscal.

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DOLOR. La madre de Pablo Guevara, Graciela, y la hermana, Marta, exigen justicia. Arriba, Pablo, feliz, con su hijo de tres meses. | Cedoc

Una mujer con el pelo enmarañado abre la puerta de una casa humilde de Jesús María y lanza las preguntas que le carcomen las entrañas: “¿Por qué mi hijo estaba tan golpeado si me dicen que murió de muerte natural, y por qué no pude verlo hasta 12 horas después de muerto?”.

Es la madre de Pablo Guevara, el soldado voluntario del III Cuerpo de Ejército cuyo deceso en el cuartel, el sábado 30 de diciembre, investiga la Justicia Federal de Córdoba.

“Yo no digo que sea un caso Carrasco, pero tengo muchas dudas”, afirmó Graciela Guevara (47), la mamá, en diálogo con este medio. “Todos los que vieron el cuerpo dicen que fue golpeado. Tenía en el rostro una expresión como pidiendo por favor”, agrega.

Está probado que Pablo abandonó a las 22.30 el Regimiento 14 de Paracaidistas de La Calera, donde revistaba como mozo del Casino de Suboficiales, y que regresó en colectivo a la 1, tras comprar aspirinas. Murió entre las 3.30 y las 4.30, y lo encontraron en los jardines del cuartel, a 100 metros de la cuadra, a las 6.30. Este movimiento lleva a la madre a plantearse que “alguien no reconoció” a su hijo cuando reingresó a la unidad, y lo atacó.

Según la mujer y su hija Marta (28), al cadáver de Pablo le faltaban dos dientes, y su rostro mostraba marcas compatibles con golpes. La autopsia, realizada por el forense Eduardo Gasparrini, indicó que una insuficiencia cardiorrespiratoria le provocó el final, con póstuma caída y raspón. Aunque el chico habría tenido consigo un disparador de salbutamol, no estaba diagnosticado como asmático, según asegura la madre y admite el fiscal Agustín Ferrer Vera, a cargo del caso. En cualquier caso, si se confirman los problemas respiratorios previos, habría que indagar cómo pudo ingresar al Ejército hace tres años.

Una autopsia muy invasiva, de cuerpo y cabeza, podría haber provocado la desfiguración, pero la Fiscalía –y menos aún los Guevara-- no está convencida.

“Nos impidieron verlo durante todo el día, en el cuartel y también en la morgue”, insisten madre e hija en el transcurso de la nota. “A eso de las once de la mañana (del sábado 30) vino gente del regimiento a avisarnos de la muerte. Cuando llegamos al cuartel, yo les pedí verlo y los de Policía Judicial no me dejaron”, relata la madre.

—¿Ustedes ya tenían alguna sospecha?
—Hasta ese momento estábamos conformes con lo que ellos nos decían.

—¿Cuándo empezaron sus dudas?
—Cuando me lo traen a la sala velatoria.

—¿Qué vieron?
— Le vi la cara destrozada. Yo lo vi desfigurado a mi hijo. No le echo la culpa al Ejército, pero a mí me llama la atención que no me dejaran reconocer el cuerpo. ¿Cómo me pueden traer a casa un cuerpo sin que yo lo haya reconocido antes?

—¿Usaba salbutamol, un broncodilatador?
—Dicen que le han encontrado eso (el disparador del medicamento). Yo no sé porque no lo he visto. Acá no lo usaba. No nos lo mostraron ni nos lo devolvieron.

La casa se ha llenado de mujeres de todas las edades, que fueron saliendo de las habitaciones que dan a la sala sin piso. Todas están indignadas. Otras son vecinas y llegaron de la calle. Una de ellas desliza una hipótesis, que la familia obliga a callar, pero que se instala con la fuerza de un chisme de pueblo y tiene la entidad de hipótesis: “¿Y si Pablo vio algo que no tenía que ver y por eso lo mataron?”. Afuera, en Jesús María, el 42º Festival de Doma y Folclore no cree en lágrimas, e impregna el aire.