Juan José Zanola –ex titular de La Bancaria, ahora caído en desgracia– tenía una reunión con periodistas. Pidió un tiempo antes de hacerlos ingresar. Se sacó el traje Hugo Boss, lo dobló prolijamente, y en calzoncillos buscó un pantalón raído y un saco con pitucones. Se los puso y recién ahí los hizo pasar.
Zanola dejó al descubierto su nivel de vida cuando lo detuvieron en el 2009, cuando quedó involucrado en la causa de la mafia de los medicamentos. La policía fue a buscarlo a su casa en Lugano, valuada en 250.000 dólares y no lo encontraron. Estaba en un piso de la porteña avenida Quintana, en Recoleta, que ocupaba de tanto en tanto. De allí salió esposado ante la atónita mirada de su chofer que lo esperaba en la vereda. A Zanola le fue bien: pasó de vivir en una pensión a elegir entre dormir en su casona de Lugano o un piso en Recoleta. Pero es solo uno entre muchos otros casos.