La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezó hoy la inusual ceremonia en Casa Rosada en la que se concretó el ascenso a varios oficiales de las Fuerzas Armadas, entre ellos, el polémico flamante jefe del Ejército, César Milani.
El momento principal del evento en el Salón Blanco fue cuando Milani recibió el diploma de ascenso al grado de Teniente General.
El jefe del Ejército se acercó a la Presidenta, quien le estrechó la mano con una sonrisa, le entregó el diploma y le dijo unas pocas palabras, inaudibles en medio de los aplausos de los presentes.
A diferencia de los actos que la mandataria llevó adelante en casa de gobierno en los últimos meses, desde su regreso tras cuarenta días de licencia médica, en este no hubo tribuna militante. Los cánticos de los jóvenes de La Cámpora brillaron por su ausencia.
En cambio, Milani contó con la bendición del padre Pedro Candia, del obispado castrense, quien bendijo también "sus sables y espadas, signo de la autoridad que asumen como compromiso y servicio al bien común de nuestra Patria".
Después que la mandataria saludó y entregó los sables al resto de los oficiales ascendidos, el locutor dio por finalizado el evento y anunció la salida de la Presidenta, quien se retiró en silencio y no brindó ningún discurso.
En otras ocasiones similares, como cuando juraron los nuevos ministros de Economía o de Seguridad, Cristina siempre aprovechó para decir algunas palabras o al menos hablar más tarde a los militantes invitados.
De todos modos, el Teniente General Milani se mostró sonriente durante toda la ceremonia y recibió numerosos saludos de los presentes después del acto, como el jefe de Gabinete Jorge Capitanich, el ministro de Defensa Agustín Rossi y el secretario general de Presidencia Oscar Parrilli.