El ex juez Norberto Oyarbide tiene ante sí un nuevo frente en la Justicia, aunque no le afecta directamente a él, sino a su pareja Claudio Blanco. Al novio del ex magistrado se le descubrió una red de empresas fantasma y cuevas financieras que hicieron movimientos financieros millonarios y compraron autos de alta gama.
La investigación de la causa quedó a cargo del fiscal Jorge Di Lello, quien considera a Blanco como un supuesto testaferro de Oyarbide, razón por la cual se plantea convocarlos a ambos para que justifiquen el incremento de sus bienes, informó el diario Clarín.
A principios de abril, Di Lello secuestró documentación en las oficinas de las empresas que integra Blanco. Ahora, el fiscal se encuentra analizando los datos que se extraen de la misma.
Cifras que no cierran. Blanco conoció al ex juez en el año 2010. Para ese entonces trabajaba como referí de divisiones menores de básquet de Entre Ríos y no tenía capacidad económica para adquirir un auto o hacer inversiones. De hecho, tenía un programa social Hogar para pagar el gas con precios subsidiados.
Tras conocer al ex juez, Blanco compró un Honda Fit y luego fundó el Consorcio Crea con un capital de 2,1 millones de pesos, y la sociedad Cuasares, con 100 mil pesos.
En los años subsiguientes, adquirió un Peugeot 308 para después pasar a usar autos de alta gama. Además, a través de la Cooperativa de Trabajo Planher tiene células azules para manejar un Mercedes Benz y un BMW.
Por otro lado, usa una extensión de la tarjeta de crédito de Ariel Roperti, uno de sus socios, el cual entre los años 2012 y 2017 tuvo gastos en su cuenta que superaron los 12 millones de pesos. El domicilio fiscal de este último coincide con el de las dos empresas que fundó Blanco.
De forma paralela, dos empresas de Roperti llamadas Mams Consultores y CIGADE IFASA fueron identificadas por la AFIP como usinas de facturas truchas.
Otros de los investigados en el expediente a cargo del juez federal Ariel Torres, apuntados como supuestos prestanombres son Ariel Feuer y José Bladimirsquy. Ambos aparecen como apoderados de las asociaciones Mutuales Bicentenario Argentino y Solmat, que funcionarían como “cuevas financieras”.