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Era de carácter fuerte y así lo fue incluso desde su adolescencia cuando, por ejemplo, se enojó con su padre porque éste no la dejó que aprendiera a pilotear planeadores porque esa no era una actividad para señoritas. Ese carácter también afloraba cuando para halagarla la llamaban “la Gardel con polleras”; Nelly Omar siempre preferió y eligió ser nombrada como una “cantora nacional”.
Protagonista indiscutida de la historia musical de la Argentina, ella parece uno de esos personajes llamados a habitar para siempre el podio de los integrantes del seleccionado histórico de música popular y del tango en particular al mismo nivel que como Azucena Maizani, Tita Merello o Libertad Lamarque.
Nelly Omar nació el 10 de septiembre de 1908 como Nilda Elvira Vattuone en la localidad bonaerense de Bonifacio, pero fue inscripta y criada en Guaminí, donde vivió hasta los 11 años, cuando su familia se traslada a Buenos Aires con su madre y diez hermanos. Fue voz protagónica y central del tango y la canción criolla en las décadas del ‘40 y del ‘50. Su adhesión al peronismo, su amistad con Eva cuando aún no era Evita, y el haber puesto voz a La descamisada que en su estrofa final decía: “Si es necesario un día,/ hasta la vida daría/por Evita y por Perón”, las que le valieron la prohibición de trabajar en radios y teatros por casi diecisiete años luego del golpe de Estado de 1955 que realizó la autodenominada Revolución Libertadora. “Tuve que vender hasta el piano para poder comer”, dijo en uno de sus últimos reportajes. En 1957 viajó a Montevideo para trabajar en radio y televisión y luego a Venezuela para participar del programa de televisión El show de Renny Otolina, donde actuaba vestida de gaucho. “Me las arreglé como pude”, dijo. Aunque conoció el trabajo desde los 12 años cuando se empleó en una fábrica de medias, Omar arrancó con la canción a los 17 con la interpretación de A mi madre en radio Splendid, pero se hizo profesional tiempo más tarde. En 1934 conforma un dúo con su hermana Nélida –a quien le “robó” el sobrenombre– y en 1937 conoce a Homero Manzi al trabajar juntos en Pájaros ausentes, una audición de Radio Belgrano”, que contaba con libretos del poeta. Con él tuvo un apasionado romance que ella termina cuando Manzi no se decide a divorciarse de su esposa. De esa relación nace un clásico del tango, Malena, que Manzi le dedicó a ella.
Pese a los problemas de salud aparejados a su edad y que la llevaron a atravesar varias internaciones, en 2005, 2009 y finalmente en 2011–ya con 100 años– Nelly realizó inolvidables presentaciones en el estadio Luna Park.
