Hay un dicho que dice que fuera de la cancha, a la hora de ver y analizar fútbol, todos somos técnicos. En estas tierras, donde se respira –y transpira– este deporte, la opinión del hincha está a la orden del día. Más, cuando la pelota no entra, como le está sucediendo a la Selección Argentina en las eliminatorias de cara el Mundial de Rusia. En medio de la crítica viralizada del hincha –un factor de evidente presión sobre los jugadores que visten la celeste y blanca– aparecen ellos, los “relatores partidarios”, que no sólo no ocultan su opinión y apoyo a los equipos de los que son hinchas sino que también bajan línea y se animan, incluso, al insulto.
Esta semana, luego del empate de Argentina frente a Venezuela, la crítica descarnada de Daniel Mollo se hizo eco entre los hinchas, apareciendo viralizada en las redes y en miles de grupos de amigos de Whatsapp. “Estoy insuflando algunos nombres propios para ver si la sangre les corre; para ver si tienen huevos; para que sepan que están empatando con Venezuela en la cancha de River; para que se les erice la piel, carajo; para que sepan que Argentina no puede estar penando una clasificación, la put...!”, comenzó diciendo Mollo, relator de AM770 Radio Cooperativa.
Daniel tiene 50 años, relata a Boca y a la Selección. “Mi estilo es contar lo que siente la gente”, dice a PERFIL. “Desde la cabina se escuchan la frustración y los silbidos. ¿Sabés lo que es tener ahí a las setenta mil almas en silencio? Era inentendible ver perder a semejante equipo, con el mejor jugador del mundo, frente a un equipo como el de Venezuela”, agrega Mollo, quien tiene otro oficio donde ejerce la militancia: la política. Ahí, dice, trata de no ser tan enérgico. “Salvo que se trate de una injusticia tremenda; soy un tipo tranquilo”, comenta entre risas el concejal por el PRO en San Martín”.
Enérgicos. Fanáticos de un club, estos relatores ya se desmarcan del resto, relatan fuera de sí, enojados e insultando. En otras palabras, como si fueran hinchas. Al igual que Mollo, otro que gana cada vez más terreno es Alberto Raimundi. Su caso es particular: es argentino pero relata a Uruguay. “En mi casa, de chicos nunca fuimos hinchas de la Selección Argentina. Mi abuelo a Grondona no lo podía ver, los árbitros siempre nos cagaban y encima estaba Bilardo como director técnico. Desde 2014 empecé a relatar Uruguay, es un gusto para mí”, dice Raimundi. ¿Qué hace entonces cuando juegan Argentina-Uruguay? “Me pasó dos veces y lo hice junto a otro relator. El relataba cuando la la tenía Argentina y yo cuando jugaba Uruguay”, explica.
Sin embargo, Raimundi se hizo conocido por relatar a Gimnasia de La Plata, equipo con el que suele descargar toda su pasión con todo tipo de insultos. “Es un tema de convicción, nunca me planteé que sea un estilo. Cuando puteo, tengo un argumento. No insulto directo a los jugadores, eso no. El fútbol sin puteada es como un auto sin ruedas o las papas fritas sin sal”, dice el hincha de Gimnasia, quien suele incrementar “su pasión”, cuando su equipo se enfrenta a Estudiantes, el clásico platense que ya desde el vamos, no lo llama por su nombre, sino que le dice “Caperucita”.
Estilos. El martes, una de las críticas más fervientes de Mollo a a la Selección fue que no pusieron la garra necesaria, traducido en su lenguaje, “le faltaron huevos”. Así resaltó en un comentario final el papel de jugadores de otros tiempos, como Maradona, Bilardo o Menotti, quienes no andaban con el telefonito “revisando Likes” de Instagram. Raimundi es más directo: “Al jugador moderno lo llamo mercenario; le gusta la guita, ya no juega por la camiseta”.
Ambos confiesan que reciben el apoyo del hincha. “Tenemos un micrófono delante y somos la voz de la gente. Argentina juega como juega y no vamos a decir ‘¡Recórcholis!’ o ‘¡Caramaba!’”, analiza el relator de Boca. ¿Tuvieron algún problema con algún jugador? Raimundi dice que no. “Salvo con uno que es amigo, no tengo relación con ellos”, perjura. Mollo se ensañó una vez con Cata Díaz, responsabilizándolo de la derrota que sufrió Boca ante Estudiantes. “Me llamó por teléfono, aclaramos los tantos y lo solucionamos hablando, como caballeros”.