“Hay algo acerca de la muerte que es reconfortante: la idea de que podés morir mañana te libera para apreciar ahora tu vida”. La frase de Angelina Jolie es de hace varios años, pero adquiere relevancia especial en este presente en el que, otra vez, se encuentra tomando una nueva decisión sobre su salud que ya causa polémica: extirparse los ovarios.
Esta semana, la estrella de Hollywood comunicó al mundo la decisión que tomó de practicarse una ooforectomía –extirpación de ovarios– para prevenir un posible cáncer. En 2013 ya había pasado por el quirófano, cuando se sometió a una doble mastectomía para prevenir el cáncer de mama.
Es de público conocimiento que Jolie es portadora de una mutación del gen BRCA1, que la expone a un riesgo del 87% de desarrollar un cáncer de mama, y del 50% para el de ovario. Pero esto no sólo obedece a un gen, sino también a los antecedentes familiares que tiene.
Fue en 2007 cuando Marcheline Bertrand, su madre, murió a raíz de un cáncer de ovario. Ese trago amargo lo pasaron también su tía y su abuela. Fue así que ella decidió extirparse los dos pechos. Ahora Angelina, quien perderá la posibilidad de tener más hijos, reducirá hasta el 90% el riesgo de sufrir cáncer de ovarios.
Pero ¿qué pasa por la cabeza de esta mujer de 39 años a la hora de someter su cuerpo a estas prácticas? ¿Sus antecedentes familiares generaron una idea obsesiva con la muerte, o estas intervenciones son de carácter preventivo?
“Existen personalidades que necesitan ejercer un control estricto sobre la enfermedad –o la posibilidad de la misma– y ante el solo fantasma de que vuelva o suceda, pueden tomar la decisión de realizarse intervenciones preventivas. Tal vez desde su subjetividad Angelina Jolie encuentre una manera de vivir con menos incertidumbre”, opina la psicoanalista Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Damocles... En este sentido, Guraieb cita lo que se conoce como el síndrome de Damocles, que remite a la Antigua Grecia, donde había un rey llamado Damocles que vivía permanentemente con susto y miedo a perder su trono, en el que se sentaba y tenía una espada apuntando a su cabeza. “Se habla de este síndrome cuando personas que atraviesan y/o atravesaron enfermedades graves, como un cáncer, digamos, están muy vulnerables y tratan de sentirse vivos en medio de la incertidumbre. Ese temor se incrementa cuando se acercan las fechas de los controles o el aniversario del diagnóstico. En ellos está la sensación de peligro y finitud”, agrega la especialista.
Para Harry Campos Cervera, psicoanalista y médico psiquiatra, el caso de Angelina es el de una persona que está pensando en la muerte. “Sacarse un órgano como medida preventiva cuando todavía es funcional es extremo. La castración además trae otras complicaciones, como riesgos cardiovasculares o adelantar la menopausia. Ella se está sacando los caracteres sexuales primarios y secundarios, así como el órgano de reproducción. Da la sensación de ser una persona que tiene mucho miedo a morir, y no creo que con esto consiga engañar a la muerte. No hay una sola forma de morir”, dice Campos Cervera.
“Ella expresa un inmenso deseo de vivir y alejar el riesgo de muerte en un futuro cercano”, disiente Juan Tesone, médico psiquiatra de la Universidad de París XII. Para Tesone, estas cirugías obedecen a decisiones que requieren coraje y son parte de conductas preventivas que “exigen una forma de mutilación previa, pero con un proyecto de vida”.
Según explica Tesone, “la medicina coloca al ser humano frente a nuevas disyuntivas que merecen un debate público, pero que siempre serán decisiones personales. Pueden indicar cierta preocupación excesiva por el cuerpo o, por el contrario, una conducta responsable y racional. Se abren nuevas conductas frente a los riesgos que implica estar vivo y querer seguir estándolo”.