Sí, lo de ellos podría servir como argumento para una serie, un libro incluso ficcionado o una telenovela. En una época donde cada vez más gente descarta ciertos prejuicios o inevitablemente debe aprender a superarlos, la historia de amor de Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux se percibe ahora más como una relación que desafió obstáculos sociales que a un hecho escandaloso.
Hoy Francia va a las urnas, y Macron está entre los cuatro candidatos –hay once en total– que disputan con mejores chances de convertirse en presidente. Y fuera de sus propuestas de campaña tiene una característica que le permitió diferenciarse del resto y ganar espacio mediático: una esposa bastante presente en la campaña y sobre todo 24 años mayor que él.
Amor en la escuela. Ammiens es una ciudad del norte de Francia, que tiene canales pintorescos, áreas de arquitectura medieval y no hay guía de turismo que no comience con un detalle que enorgullece a la ciudad: la catedral de Notre-Dame, la mayor de Francia –sí, más aún que la de París–, una joya del arte gótico y declarada por la Unesco patrimonio de la humanidad. De allí son oriundos Macron y Brigitte, y fue allí donde se conocieron. Y también donde comenzó lo que primero fue un escándalo familiar y al final, un matrimonio. Brigitte Trogneux era profesora en la escuela jesuita donde, según detallan las crónicas, asisten muchos hijos de la llamada burguesía local. El apellido Trogneux es conocido en Ammiens porque son chocolateros desde hace cinco generaciones.
En 1995, Macron tenía 18 años cuando se topó en esa escuela con esta profesora de casi 40 años que además de enseñar literatura dirigía el club de teatro. Y sobre todo estaba casada y tenía tres hijos. “Escribir nos hizo reunirnos todos los viernes y eso desató una proximidad increíble”, explicó Brigitte en un documental sobre el hoy candidato presidencial.
Esa “proximidad” entre ambos trascendió el claustro escolar y terminó con Macron enviado por sus padres –una familia de médicos conocidos en Ammiens– a cursar el último año del secundario en París. Y fue allí donde también terminó su formación universitaria. Pero esa distancia geográfica no hizo mella en el joven Macron, quien, por teléfono y cuando visitaba a sus padres, seguía en contacto con su profesora, a quien antes de dejar la ciudad le había prometido volver y casarse con ella. “Poco a poco venció mi resistencia”, confesó Brigitte en el libro Emmanuel Macron, un joven perfecto.
Sí, quiero. Finalmente en 2007 y contra todos los prejuicios, Brigitte se divorció de su marido y se casaron. En esta etapa final de la campaña presidencial un programa un fragmento de la filmación de la boda donde Macron dice unas palabras a los hijos de su mujer: “Tal vez no seamos una pareja del todo normal, un adjetivo que no me gusta mucho, pero somos una pareja real”.
Brigitte tiene 64 años y sus hijos, Sebastien, 42, Laurence 39, y Tiphaine, 32 ; y además es abuela de siete nietos.
La ‘otra mujer’ del candidato
Así como sucedió en la campaña presidencial que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en Francia, Emmanuel Macron tiene en su equipo de campaña a una mujer clave en el manejo de su imagen. Ella se llama Michelle Marchand, pero en la prensa francesa todos la conocen por su apodo: Mimi. Su acercamiento al mundo de la alta política no se debe a que es una experta en el marketing político en el sentido estricto. Lo que sí ella conoce es cómo funcionan los medios periodísticos por ser una jugadora importante en ese mundo que, a veces, trae dolores de cabeza a los asesores de imagen del mundo político. Mimi Marchand fue quien, por ejemplo, publicó en la revista Closer el romance de François Hollande con la cineasta Julie Gayet. Esa revista, así como Paris Match o Gala, por mencionar algunas, la tuvieron en su staff. También es cofundadora del sitio Pure People, que publica info de los ricos y famosos, y también de una agencia de imágenes importante. Conoce el mundo de las celebridades y sobre todo cómo conseguir y manejar información delicada. Ella está en el staff de Macron.