Una fuga de película y cuatro países involucrados: Japón, Francia, Turquía y Líbano. La noche del 30 de diciembre el empresario Carlos Ghosn huyó de la casa donde, desde el 25 de abril de 2019, cumplía arresto domiciliario en Tokio a la espera del juicio que se le sigue por irregularidades financieras que habría protagonizado como CEO global de Nissan-Renault. Del aeropuerto de Osaka voló al de Estambul (Turquía) y de allí a Beirut (Líbano), donde ahora vive en una mansión que desde su llegada está rodeada de personal de seguridad y de prensa.
Este hecho motivó declaraciones de autoridades de los tres países mencionados. En Japón, para maximizar los esfuerzos para descubrir quiénes ayudaron a Ghosn en la fuga. Desde Francia, Agnès Pannier-Runacher, secretaria de Estado de Economía, dijo: “Si el señor Ghosn viene a Francia, no lo extraditaremos porque Francia nunca extradita a sus nacionales. Aplicaremos las mismas reglas del juego que a todo el mundo”. Ghosn tiene tres nacionalidades: brasileña, libanesa y francesa. En Líbano, el ministro de Justicia, Albert Serhan, dijo que se enteró de Ghosn cuando ya estaba en Beirut; mientras tanto la policía de Turquía hasta ayer llevaba detenidos a siete sospechosos de haber participado en la fuga. Según se informó, la aerolínea privada turca MNGJet aseguró que dos de sus aviones se usaron de forma “ilegal” en la huida de Ghosn y por eso dicha compañía responsabilizó a uno de sus empleados, al que acusa de haber falsificado los registros para ocultar la identidad del pasajero. Y además hay cuatro pilotos sospechosos.
Escape. Hasta ayer dos son las versiones que circulaban en todos los medios internacionales acerca de cómo se fugó Ghosn de Japón. Una apunta a que el empresario se escapó en una gran caja de un instrumento musical después que una banda navideña visitara su residencia en Tokio. Fuentes cercanas a Ghosn negaron esta versión y él comunicó además que ni su esposa, Carole, ni nadie de su familia participó de la logística de la fuga. Por otro lado, Financial Times detalló que él habría contratado una empresa de seguridad para huir hasta el aeropuerto de Osaka, y ahí subir a un jet privado de la empresa turca MNGjet.
Junichiro Hironaka, abogado de Ghosn en Japón, dijo que el empresario tiene en su poder sus tres pasaportes, tal como se estableció cuando se firmó la libertad condicional. Y aprovechó para desmarcarse de la huida “inexcusable” por parte de su cliente.
Victimización. Esta fuga es un capítulo más en una historia que comenzó el 19 de noviembre de 2018 con el arresto de Ghosn en el aeropuerto de Tokio, acusado de cuatro cargos, entre ellos el ocultamiento de fondos y enriquecimiento ilícito a través de pagos a intermediarios de Oriente Próximo. Entre eso y la evasión de impuestos habría embolsado, de manera espuria, más de 70 millones de euros.
Ghosn, por entonces CEO global de Nissan-Renault, siempre negó todos los cargos y, para esperar el juicio en libertad condicional, pagó una fianza de US$ 9 millones. “Ahora estoy en Líbano y ya no seré rehén del amañado sistema judicial japonés, en el que existe presunción de culpabilidad, la discriminación es palpable y se niegan los derechos humanos básicos”, explicó Ghosn, de 65 años, en el comunicado. “No he escapado de la Justicia; he escapado de la injusticia y de la persecución política. Ahora por fin puedo comunicarme libremente con los medios, algo que confío en poder hacer a partir de la próxima semana”, dijo el polémico empresario.