PROTAGONISTAS
claudio tolcachir y su reciente paternidad

“Desde los 14 quería ser papá y es una experiencia a la quiero dedicar mi vida”

Es uno de los autores y directores argentinos de trascendencia internacional. Y a los 42 años se convirtió en padre de Camila, a través del método de subrogación de vientre.

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Dicha. “La veo a Camila y tengo ganas de llenarla de amor”. | cuarterolo

“El teatro me salvó; yo era un pibe muy tímido que no encajaba en la escuela, no escribía bien las palabras, era medio disléxico”. Este textual podría pertenecer a cualquiera de los tantos chicos que encuentran en el arte una vía de escape. En este caso, aquel niño se convirtió en actor, autor y director teatral de renombre: Claudio Tolcachir. El es el  fundador –“junto a mis amigos”, aclara– de Timbre 4, el espacio que trajo el teatro a Boedo con obras cada semana y una escuela de formación actoral a la que asisten unos mil alumnos. “Cuando yo me formé estaba instalada la idea de que en el teatro independiente el actor no tenía por qué vivir de eso”, dice Tolcachir a PERFIL. “Hasta estaba un poquito mal visto, como también estaba muy mal vista la televisión. En mi familia estaban preocupados y pensaban: ‘¿De qué va a vivir este pibe?’. Yo siempre tuve la obsesión de transformar la vocación en una verdadera profesión. No quería laburar de otra cosa”. Y  no hay duda que él lo logró. “En nuestro caso, en Timbre 4 nos funcionó trabajar con mucha disciplina, en equipo y con mucha alegría. Al principio, las obras gustaron y hubo mucho boca a boca. Era todo a pulmón y siempre nos esforzamos para que el espacio esté lindo y bien cuidado. Queríamos tener un lugar lindo, porque es nuestro lugar. Además, por respeto al tipo que te viene a ver y al actor”.

La vida y su deseo lo tiene hoy ante un desafío aún más personal, la paternidad. Junto a su pareja, hace un mes, se convirtieron en padres de Camila a través de vientre subrogado, en Chicago. Allí, como contó a María O’Donnell en su programa radial Tarde para nada, se instalaron un mes antes y uno después del nacimiento de Camila.

—Acabás de ser papá junto a tu pareja, ¿eso te llevará a ser más conservador a la hora de tomar decisiones?

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—Ya la paternidad en sí no es conservadora; es un riesgo enorme. Por ahora lo vivo con pura alegría. Desde los 14 años quería ser papá. Es una experiencia humana enorme que deseaba y a la que quiero dedicar mi vida, después de dedicar tanto tiempo únicamente a proyectos que tienen que ver con el teatro. Respecto de la pregunta, no creo que me vuelva más conservador. Ya de por sí soy bastante cuidadoso con mis decisiones, en el sentido de que siento la responsabilidad de mucha gente que trabaja en Timbre y que depende de este proyecto. Mi vida siempre fue un poco comunitaria y ahora acabo de empezar mi comunidad más potente.

—¿La llegada de tu hija puede cambiar tus planes laborales, los viajes al exterior...?

—Una de las cosas que me permitió el teatro, precisamente, es conocer gente y lugares maravillosos. Pero con el tema de la paternidad, pocas cosas me generan ganas de salir de casa. Soy muy feliz. Tengo ganas de quedarme, disfrutarla y mirarla. La veo y tengo ganas de llenarla de amor y felicidad. La otra vez la veía y pensaba “todavía no se asustó”. Me di cuenta de que nunca tuvo un susto y pensaba en todas las sensaciones que tiene por vivir. Quiero estar ahí con ella, no para que no viva esas sensaciones, que son necesarias, pero sí para ser un puente.

—En “Una especie de familia”, tu personaje y su esposa adoptan una hija de manera ilegal. ¿Cómo fue actuar esa historia mientras que en paralelo estabas por ser padre?

—Muy fuerte. A veces leía el guión y decía “no, hasta acá”, porque me generaba muchas sensaciones, lo cual habla de lo buena que es la película. Ojalá que el tema de las adopciones fuese más simple, para que tantos chicos que necesitan ser adoptados y tantos adultos que quieran llenar de amor a un niño puedan encontrarse. El tema de la paternidad es algo que siempre cruzó mis obras. El 12 de octubre, por ejemplo, se estrena una película que se llama Mater y está basada en una obra que escribí –El viento en un violín–, en la cual dos mujeres que son pareja toman una decisión extrema para ser madres.

—En “Tercer cuerpo”, una de tus primeras obras, la homosexualidad de uno de los personajes es un tema tabú. Y en “Próximo”, la obra, el amor entre dos hombres está naturalizado desde un primer momento. ¿Creés que cambió la sociedad en estos años?

—No sé si cambió la sociedad o si lo que cambió fue mi mirada de la sociedad. Lo interesante de Próximo es que es una historia de amor y punto. Nadie repara en que es una historia de amor gay.