PROTAGONISTAS
tradujo su autobiografia

Eduardo Hojman, el argentino que le puso voz al polémico libro de Woody Allen

Admirador confeso del director, explica desde España cómo fue el operativo para mantener el texto en secreto, por qué no les teme a las críticas y cuál fue la reacción de sus colegas.

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Gráfica. En Argentina y España, Hojman trabajó como editor, traductor de libros y periodista. | gza. ana portnoy

“Tuve que firmar un pacto de confidencialidad respecto del contenido y de la existencia del libro. Y cuando finalmente me lo entregaron fue en papel. No se podía mandar por mail para que no se perdiera el contenido en las redes”. Así recuerda Eduardo Hojman su primer acercamiento al libro A propósito de nada, la autobiografía del director Woody Allen. Radicado desde 2002 en Barcelona, Hojman trabaja traduciendo libros al idioma español y en los últimos meses estuvo a cargo del texto en donde Allen narra su vida. “A mí me encanta y soy un fan absoluto de él”, asegura en una charla con PERFIL y explica cómo fue esta experiencia para él. 

—¿Cómo llegaste a este libro? 

—Este libro estaba bajo embargo así que era una especie de libro secreto. No se sabía ni que existía. Cuando me lo propusieron no me dijeron de qué libro se trataba. Solo mencionaron que tenían un libro muy especial y que les gustaría que yo lo traduzca pero no me podían decir cuál era hasta que acepté. Entonces me picó la curiosidad. Además la relación con Alianza, la editorial que compró los derechos, es muy buena. Son muy serios para trabajar y me sentí honrado. 

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—O sea que no sabías nada del libro...

—Recién cuando acepté me dijeron cuál era. Eso fue a principios de febrero. Ahora puedo decir que lo traduje y que el libro existe porque ya se sabe pero estuve un par de meses diciéndoles a mis amigos y a mi pareja que estaba traduciendo un libro importante sin darles más detalles. Igual antes de contarlo pedí permiso a la editorial. 

—¿A vos qué te generó este proyecto? 

—Mucha alegría, curiosidad y muchas ganas de leerlo también. Cuando vivía en Argentina tenía un póster de Annie Hall en mi casa. Es una película que me impactó mucho y que vi varias veces. No me gustan todas sus películas en el mismo nivel. No creo que las últimas sean tan buenas aunque la última de todas sí me gustó. Pero vi todo y soy un fan absoluto. Para mí fue una gran alegría que se tratara de ese libro.

—¿Las polémicas por las denuncias de abuso en su contra te generaron alguna duda? 

—Si es polémico, mejor para un libro. Como editor eso lo tengo muy claro. Se va a hablar más de un libro que genere polémica. Vos me estás llamando porque este libro es polémico. Y luego yo no voy a entrar a juzgar quién dice la verdad. Para mí Woody Allen es un personaje muy querido y soy un fan de él. Traducir o incluso escribir un libro polémico está bien y hay que hacerlo. Creo que hay que escuchar todas las campanas y no hay que prejuzgar. Otra cosa es que un libro sea una apología del delito como lo puede ser un libro racista o Mi lucha de Hitler que ya en sí es un delito. Pero si no lo es, cualquiera, incluso malas personas, tienen derecho a expresarse y está bien que así sea. Aparte de eso yo no me pienso guiar por criterios que no sean míos. Si pienso que el libro hay que hacerlo, entonces voy a hacerlo sin importar lo que piensen los demás. 

—¿Y tu entorno cómo reaccionó cuando lo contaste? 

—Todos contentos. Nadie me dijo: “Uy, vas a traducir a ese pedófilo”. Nada que ver. Para mí es un orgullo y todos mis amigos y colegas me felicitaron. Tampoco son tantos porque con esta cuarentena no se circula mucho y no es que levanté el teléfono y llamé a todo el mundo. Pero con las pocas personas que me crucé las reacciones fueron 100% positivas. 

—¿Con Allen pudiste hablar? 

—No tuve ningún tipo de contacto con él, aunque me hubiese encantado porque soy un fan. Además en caso de haberlo necesitado no creo que hubiera podido. Pero es habitual ponerse en contacto de ser necesario. Si se presentan dificultades de comprensión que no puedo resolver por ningún otro medio, me pongo en contacto con el autor de la manera que pueda. En este caso no fue necesario porque no encontré grandes problemas y porque la gente de Alianza me ayudó. Si tenía dudas por alguna referencia muy local hay una editora que es norteamericana y lo hablaba con ella. Pero no fueron tantas y hoy en día con Google se encuentra todo. Si me aparece un nombre y no sé quién es, lo busco y listo. 

—¿En qué consiste el trabajo de traducir un libro? 

—Traducir no es solo pasar una palabra a otro idioma. Tiene que ver con un sistema, generar un texto coherente que sea fiel al original y que sea legible a la vez. Hay un montón de traductores y es una profesión con mucha competencia. Hay gente de mucho nivel, otra de no tanto, y cada vez está peor pago y el trato es peor. En Argentina está muy mal. Acá es un poco mejor pero no tanto como se creería. Se ve que en el idioma español es uno en los que peor se trata a los traductores en cuanto a lo que se valora su trabajo. Tanto a lo que te pagan como al peso que tiene la traducción dentro de la edición en general. 

—¿Hace mucho trabajás de esto? 

— Yo trabajaba de editor y periodista en Argentina. Antes de eso ya traducía en varias editoriales. De hecho, tengo un título de traductor, lo cual no es tan frecuente. Y en España trabajé tanto de editor como de traductor. Llevo varios años en esto y tengo alrededor de sesenta libros traducidos de distintos autores como Alberto Manguel, John Maxwell, Coetzee y Stephen Markley.

—¿Cómo estás llevando la cuarentena en Barcelona? 

—Yo trabajo igual que antes porque lo hago desde mi casa. El resto es un caos. Hay muchos problemas y grandes dificultades. Hay datos contradictorios, desconcierto e incertidumbre en general.