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murio a los 88 años y fue enterrado ayer

El adiós a Alejandro Romay, uno de los pilares en la historia de la TV

Empresario teatral y televisivo. Icono del espectáculo por sus creaciones para la pantalla chica y por las muchas figuras que descubrió. Varios de ellos lo recuerdan para PERFIL.

Ayer. Su numerosa familia y muchos amigos de sus hijos y nietos, despiden los restos de Romay en el Cementerio Israelita de La Tablada.
| Gentileza revista Caras
Resumir la vida de quien empezó como locutor a los 14 años y luego creó un imperio televisivo y teatral no es tarea fácil. Por eso, PERFIL recurrió a las palabras de algunos de los muchos que trabajaron  –y fueron descubiertos– por Alejandro Romay. Todos coincidieron en recordarlo con afecto, como una buena persona, un visionario que, por sobre todo, amaba a los actores.
Virginia Lago, quien hizo  en Canal 9 Alta comedia, El amor tiene cara de mujer, y Herederos del poder entre otros, resaltó la personalidad de Romay y sus ocurrencias. “Para el estreno de Mujercitas que se hizo en un hotel, me pasó a buscar ¡en limusine! Era un enamorado de los actores, y súper accesible. Caminaba por los pasillos del canal y nos preguntaba qué necesitábamos. Recuerdo una vez que en un teatro pasaron escenas de una novela que había hecho y me dijo: ‘¡Viste cómo te ovacionaron!’.”
Quien trabajó cerca de diez años ininterrumpidos con Romay fue Germán Kraus y lo recordó así. “Cuando estábamos haciendo Regalo del cielo, con Pablo Alarcón decidimos hacer una producción teatral y fuimos a pedirle apoyo publicitario. Y no sólo no nos cobró la publicidad, sino que además nos dio el doble de lo que le habíamos pedido y nos echó de su oficina. Nunca sabías con qué iba a salir. Era muy generoso. Cuando un actor no podía actuar más le daba un cargo gerencial o administrativo o directamente le daba una mensualidad. Con él, el canal era adrenalina, había actores por todos lados, se hacía todo ahí. Era muy divertido, fue gestor de una gran época”.
No es el único que tiene palabras de agradecimiento, la periodista Cristina Pérez contó: “Yo tenía 18 años y trabajaba en un canal de cable de Tucumán. Me mandaron a cubrir la visita de Romay y después de hacerle la nota me dijo que le había gustado mi trabajo y me preguntó si quería hacer una prueba para su canal. ¡No lo podía creer! Sentí que me había tocado una varita mágica. Me citó al día siguiente en el bar del hotel en el que paraba y me dio el diario, me mostró una nota de cinco renglones y me dijo: ‘Hablame el quíntuple de esto’. Después me mandó a Buenos Aires a una prueba de cámara. Me dio la oportunidad de mi vida. Y cuando me vine a Buenos Aires porque había quedado, me firmó la garantía del departamento que alquilaba. . Además, fue el que me insistió para actuar”. La última vez que lo vio, fue en la reapertura del Teatro Nacional: “¡Y él estaba con una linternita acomodando a los invitados!”.
Jorge Martínez recordó cómo se gestó la exitosa novela La extraña dama. “Volví un mes antes de Italia para reunirme con él en su casa. Eran como las 8 de la noche y la novela llevaba una pre-producción de ocho meses. Y en eso, nos avisan del hotel que Jeannette Rodríguez, quien iba a ser la protagonista conmigo, se había ido a Ezeiza. Y dos días antes había pedido un adelanto de cuatro meses de su sueldo. Así que como locos Alejandro y yo fuimos a por ella, pero nunca llegamos. Y menos mal, porque esa misma noche resolvió que fuera Luisa Kuliok. (...) También tuvimos nuestros enojos. Recuerdo que cuando abandoné un reemplazo que estaba haciendo de Susana (Giménez) él se enojó mucho y me dio un sermón de media hora. Me dijo cosas muy duras pero ciertas; me dio una lección”. Su compañera de la novela Manuela, Grecia Colmenares también lamentó su muerte: “Fui a Argentina a hacer María de nadie y enseguida me llamó y me dijo: ‘Te quiero en mi canal’.  Me contó que había comprado los derechos para transmitir Topacio y resultó un éxito. Llegar al canal era como llegar a tu casa y saber que allí estaba tu familia. Alejandro pasaba a saludarme por el camarín y compartíamos bellas charlas. Era como un padre, muy contenedor; él marcó mi carrera”.
Por su parte Juan Darthés, otro de los descubiertos por Romay, relató: “Yo estaba en una novela donde mi personaje se moría (...); y me invitaron a Grandes valores para cantar un tango. Alejandro lo vio y mi personaje no sólo revivió sino que además me dio mucho más trabajo. También recuerdo que se llevaba a mi hijo al kiosco para comprarle golosinas”.
Romay ocupa un lugar por demás especial en Carolina Papaleo. “Soy su ahijada y por él me llamo Alejandra, de segundo nombre Cuando nací, mi mamá (Irma Roy) protagonizaba un gran éxito, Simplemente María. El le había sugerido que me pusiera de nombre María Alejandra. Pero le explicó que ya había elegido Carolina así que Alejandra quedó como segundo. Mi relación con él es tan fuerte como que él forma parte de mi identidad, forma parte de mi nombre.”