“Yo creo que usted se tiene que preparar. Y que va a ganar”. Donald Trump se reclinó en el asiento de su oficina en Nueva York, masculló el consejo y saboreó el buen augurio que le propició Felipe Yaryura, su socio y amigo argentino. La pregunta del magnate apuntaba a la duda que le generaba lanzarse como candidato a presidente de los Estados Unidos. “Yo me quiero presentar pero toda la gente dice que lo hago para llamar la atención y conseguir publicidad. ¿Vos qué opinas?, ¿Qué te parece como socio?, ¿Cómo afectaría a la marca?”, habían sido sus interrogantes.
Poco más de un año después, luego de presentarse como candidato y de atravesar una campaña feroz, el martes pasado, al término de una jornada maratónica de elecciones, Felipe se acercó a Trump. “¡Yo te dije, yo te dije!”, le exclamó en el Hotel Hilton de Nueva York. “Cada vez que lo veo, se lo recuerdo”, dice entre risas ahora Felipe a PERFIL.
—¿Cómo es como socio?
—Super leal. Es muy difícil la negociación previa, hasta que el tipo decide ser socio y te ponés de acuerdo en el proyecto, sobre todo por la calidad de materiales con los que se maneja. Cuida mucho su marca. A veces, en un edificio, poner tal o cual material representa unos cuantos miles de dólares.
—¿Y qué pasa una vez que se firmó el contrato?
—El manifiesta todo su apoyo, que es absoluto.
—¿Qué tan cerca estuvo de él en todo este proceso político?
—Estuve en los debates y en la Convención Republicana cuando lo nominaron. Aquel momento fue como la culminación de todo esto. Por eso el martes lo viví con mucha emoción y fue increíble poder felicitarlo.
—¿Cómo es el Trump que usted conoce?
—Es un tipo muy afectuoso. La campaña lo pintó de un modo muy combativo, un poco creo que lo elevaron para ese lado, tiene mucho sentido del humor. Hay una cosa increíble y que tiene que ver con la cultura del trabajo que les inculcó a todos sus hijos. Ellos cumplen 18 años y para ellos aprender a manejar una escavadora es como para nosotros sacar el registro. Los manda a hacer de todo. Tienen que aprender a poner un clavo o un ladrillo para entender el negocio.
—Durante parte de su vida, a juzgar por sus dichos y modos, ha exhibido otros aspectos no tan agradables.
—Es un personaje que él hace. Un ejemplo es la foto juntos con Obama el otro día, y lo que dijo después de la reunión, te lo pinta de cuerpo entero. El dijo que iba a hablar con Obama un montón de veces. “Es una persona con mucha experiencia y yo necesito de esa experiencia”, recalcó. Eso es lo que tiene de empresario: es un tipo que cuando tiene que tomar una decisión, es frío, no se detiene en “Me dijiste qué...” o “Me miraste mal”, sino que va a lo práctico, a lo que conduce al mejor camino.
—¿Qué otras situaciones compartió con él?
—Siempre en temas de trabajo. Estuvimos también en el casamiento de uno de sus hijos.
—No cualquiera va a una boda como ésa...
—(Risas.) No es lo que parece. Había gente amiga, nada de celebrities, todos muy relajados, comiendo, bailando con los hijos y los nietos. Muy familiar, nada que ver a la cosa majestuosa ni gastando guita.
—¿Cuánto Trump sabe de Argentina?
—Sabe que pasó un momento complicado económicamente hablando. Supo que ganó Macri y se puso muy contento. Enseguida comenzó a promover que lo apoyemos y busquemos posibles inversiones. Y sus hijos, que tienen un perfil muy argentino, hablan el mismo idioma, se sienten muy cómodos cada vez que van a Buenos Aires. Ellos serán los que sigan con la compañía. Viene un momento bueno de la economía argentina; ya apuesta al país con unas torres en el centro de Buenos Aires.