Su papá le transmitió el amor por los caballos y la historia argentina, al punto de que apenas tuvo edad se alistó en el histórico Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, escolta presidencial de nuestro país. Su pasión lo llevó a fundar en 2008 la agrupación de recreación histórica Escuadrón de Caballería Histórica. Y ahora es él quien le transmite el amor por la historia a su hijo de 10 años con, quizás, la mayor hazaña que se ha hecho hasta ahora: cruzar la cordillera de los Andes tal cual lo hizo el general San Martín hace 200 años para rendirle homenaje a la Patria. Se trata de Esteban Ocampo, un historiador que junto con un equipo de siete personas emprendió el pasado 2 de febrero la gran travesía en las mismas condiciones en las que el general lo hizo en 1817, incluso con igual vestimenta y equipamiento.
En total fueron diez personas –seis recreadores, un camarógrafo y tres baqueanos–, y otras seis en el lado chileno.
—¿Cuánto tiempo planearon la hazaña?
—Desde finales de 2015, cada uno por su cuenta y también con reuniones conjuntas repasando la historia para poder disfrutar in situ mucho más. Desde lo físico, con mucho entrenamiento, para poder soportar entre ocho y diez horas de cabalgata todos los días, y alturas promedio de 3.500 metros. Mi hijo, por ejemplo, sumó taekwondo a su vida. Y muchas horas de cabalgata para practicar. Además, nos hicimos los chequeos médicos pertinentes ya que a la altura y el esfuerzo hay que sumarle la hostilidad de la montaña. La cordillera no perdona errores.
—¿El vestuario era el de la época?
—El mismo. Hasta las mismas telas. Lo mismo con las carpas, las mantas y los utensilios, todo. Llevamos faroles, velas y sables. Nada de linternas ni GPS. Investigamos mucho para poder reproducir lo más fielmente posible la vida diaria de estos casi 5 mil hombres durmiendo en carpas con sus propias monturas como camas, con el abrigo sólo de un poncho mientras el viento frío de la cordillera no paraba.
—¿Quién hizo de San Martín?
—Pablo Zamprogno, un gran apasionado de la figura del Libertador e integrante de la Asociación Cultural Sanmartiniana de General Baldissera, en Córdoba. Y yo hice del sargento mayor Mariano Necochea, responsable del escuadrón de escoltas del general, uno de los hombres más importantes del cruce. Personificarlo fue increíble.
—¿Llevaban soporte actual?
—Los baqueanos sí, ellos se encargaban de balancear las cargas de los animales, estaban bien provistos de equipos actuales, desde la ropa hasta tecnología. Nosotros llevamos todo de época. Recuerdo que nos miraban y nos decían: “Ustedes están locos”. Y ahora que lo miro en retrospectiva coincido. Es que cuando soplaba el viento fuerte, la lluvia, incluso la nieve, ellos estaban bien. Hasta tenían lentes para que no les entrara la tierra y nosotros nada. Lo hicimos tal cual lo planificamos, nuestra experiencia fue única.
—¿Cómo fue vivirlo con tu hijo?
—Martín nos puso la vara muy alta porque con 10 años en ningún momento se quejó del frío, ni de nada. Aun en los momentos más duros, sostuvo una alegría contagiosa. Pescamos truchas con la mano para comer, y prendimos fogones para calentarnos por la noche.
—¿Qué significó la travesía?
—Lo máximo a lo que podíamos llegar como recreacionistas. Te llena el alma poder transmitir la historia así. Ahora estamos haciendo un video.
— ¿Tenían un guión?
—Llevamos unas líneas generales sobre qué es lo que queríamos lograr en imágenes.