Se puede ser o no fanático de la serie, pero es imposible no conmoverse al menos con las imágenes que trascendieron en las redes: Kit Harington, despojado de su personaje Jon Snow, emocionado y llorando en una mesa junto a sus compañeros de elenco, leyendo (y enterándose) sobre cómo sería el fin de Games of Thrones, la serie que tuvo en vilo a millones de televidentes en todo el mundo hasta hace dos semanas.
Aquellas escenas, que datan de hace un año, ya denotan cierto grado real de emocionalidad por parte de este actor, quien hoy pasa sus días en una clínica de rehabilitación por agotamiento y estrés. Harington entró hace un mes a la clínica Privé Swiss, ubicada en Conecticut y, desde el primer momento, estuvo acompañado de su esposa, la actriz Rose Leslie. “Su esposa está siendo sumamente comprensiva. Todos sus seres cercanos quieren de verdad que descanse. Ahora mismo, solo necesita paz y tranquilidad”, contó un amigo del actor a la revista Page Six.
Cabe aclarar que Harington puede abandonar voluntariamente la clínca cuando él quiera, por eso no se sabe a ciencia cierta cuánto tiempo permanecerá en este lugar, donde un mes de estadía ronda los 120 mil dólares.
La novedad es que ayer el actor fue visto en las afueras del lugar, acompañado por quien podría ser una de las profesionales que trabaja en este centro. El actor puede entrar y salir cuando quiera. Con un look cómodo e informal, se lo pudo ver conversando con su acompañante, con el gesto relajado y sonriente.
Harington, de 32 años, ha recibido ayuda psicológica y ha practicado la meditación dentro de su terapia para combatir el estrés y otros problemas personales. “Está en la clínica principalmente por estrés y agotamiento y también por el alcohol”, aseguró un amigo del actor. En relación con su tema con el alcohol, hace un año fue echado de un bar totalmente alcoholizado y las imágenes fueron viralizadas en las redes sociales.
Este centro, donde estuvo también internada la cantante Selena Gómez, ofrece un chef privado, gimnasio, servicio de masajes y solo admite hasta tres usuarios a la vez, instalados en cómodas habitaciones privadas con vistas a unas playas amplias y sin gente, ideal para relajarse.