Pablo Narvaja, licenciado en Ciencias de la Educación, trabaja actualmente en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica, dependiente del Ministerio de Educación, es el sobrino más chico del papa Francisco. En entrevista con PERFIL, cuenta cómo impactó la noticia en la familia. “Nadie se lo esperaba. Finalmente pienso que Dios opera en estas cosas, y al mismo tiempo veo la responsabilidad infernal e increíble que asume sobre sus hombros. Mi tía María Elena decía ayer que tenía miedo porque una vez cuando lo saludó a Juan Pablo II vio su cara de alegría pero también de soledad. A uno le genera sensaciones encontradas, pero también con mucha esperanza, porque incluso los primeros pasos que él ha dado muestran que sigue siendo él.”
—Se señala que estos primeros pasos muestran signos de austeridad, sencillez.
—Siempre nos inculcó el poder como servicio. Su autoridad pasa por otro lado. La primera vez que fuimos al Colegio Máximo, nos prohibió que dijéramos que éramos sus sobrinos. No quería que sacáramos ventaja de su relación. Una vez me ofrecieron un cargo muy importante en el Ministerio de Educación pero se debía contar con su venia, porque la política pedía que él estuviera de acuerdo y él dijo que no.
—¿Es cierto que no quería ser papa?
—Hay algo que San Ignacio llama indiferencia del mundo, de disponibilidad. En el sentido de no afectarse por la búsqueda del poder y saber aceptar los caminos de Dios, y si viene, viene. Creo que salir de Buenos Aires para él es un dolor.
—¿Ha tenido alguna comunicación con la familia desde que lo nombraron?
—Con mi tía. Nos mandó un saludo a todos y nos pidió que no fuéramos, que nos tomáramos un tiempo. La ceremonia va a ser muy protocolar y no va a tener tiempo para estar con nosotros.
—¿Irán en otro momento?
—Cuando tengamos la posibilidad de estar con él, y hacerle un asado en el Vaticano, no adentro de la Capilla Sixtina.
—¿Va a impulsar cambios?
—Es muy difícil esa pregunta porque uno no sabe con lo que tiene que luchar, no con mala fe pero hay situaciones consolidadas que es muy difícil cambiar.
—¿Es peronista?
—En función de su tarea pastoral, él rechazó siempre un encolumnamiento político. Yo podría decir que sus concepciones lo ponían muy afín con el peronismo pero él nunca se embanderó políticamente porque si no se sectorizaba, y él era un pastor de todos. Pero hay mucha afinidad.