Karl Lagerfeld no quería un funeral a lo grande. Y sus jefes, los dueños de la casa Chanel, se lo respetaron. Al menos en los días que siguieron a su muerte el 19 de febrero último. Hasta su cremación fue lejos de París y solo con un grupo reducido de amigos y colaboradores. Reducido y discreto si se tiene en cuenta y compara con lo que fue el adiós a otro grande de la moda mundial, Yves Saint Laurent, en junio de 2008.
Sin embargo, el adiós se transformó en tributo y así lo presentó Chanel en el Grand Palais, ese espacio tradicional de París donde Lagerfeld creaba literalmente sus megapuestas en escena para presentar sus colecciones y así potenciar el perfil de avanzada que él imprimió a la marca.
Poderosos. En la platea se mezclaron la política, los negocios, la elite fashion y los amigos de Karl. Es decir, en representación del gobierno estuvo Brigitte Macron; el empresariado estuvo presente por dos rivales que a la vez ostentan las dos mayores fortunas de Francia: Bernard Arnault y François Henri Pinault, generando ese continuo rumor de que ambos pugnarían por sumar Chanel a su catálogo de empresas de moda. También se ubicaron en la platea, que fue toda vip, clientas y compradores a nivel mundial pero de bajo perfil, y modelos y musas como Claudia Schiffer, Carolina de Mónaco, Charlotte Casiraghi –quien para su boda eligió un vestido de la última colección de verano de Lagerfeld–, su suegra, Carole Bouque, Carla Bruni, Gigi Hadid; y además diseñadores como Valentino y Stella McCartney.
También hubo actuaciones de Pharrell Williams, Cara Delevingne y Hellen Mirren
Dos por cuatro. Esta vez la puesta en escena la realizó Robert Carsen, quien planeó una retrospectiva visual del diseñador. Hubo tres pantallas que proyectaron videos; la del centro, una pantalla gigante rodeada de sillas se convirtió en el escenario principal. El cantante Pharrell Williams cantó, y también participaron Tilda Swinton, Cara Delevingne y Helen Mirren. Y hasta Alain Wertheimer –copropietario de Chanel– recordó cómo lo contrató para la firma y cómo era trabajar con él.
Pero el momento de mayor impacto visual fue cuando el tango se subió a escena. Una decena de parejas interpretaron una coreografía que hipnotizó y transformó el tributo en un verdadero espectáculo y combinó con una frase irónica de Lageferld: “¿Un funeral para mí? ¡Prefiero morir!”.
