Fue en Londres donde Andrew Lloyd Weber y Tim Rice hicieron el estreno mundial de la comedia musical Evita. Y fue también en el mes de junio, pero de 1978. Casi cuatro décadas después y ya convertida en un clásico, otra Eva –interpretada por una argentina– se sube al balcón de un castillo ubicado en las afueras de Londres para interpretar la canción más conocida de dicha obra musical: No llores por mí Argentina. Un escenario que la verdadera Eva seguramente criticaría pero como en todo show, la fantasía reemplaza cualquier acercamiento con la realidad, en este caso histórica. Y, vestida de gala, Natalia Oreiro encarnó a uno de los íconos argentinos más conocidos en el mundo. A su lado, con un vestuario que dista mucho del que alguna vez usara “el General”, Alan Faena.
El empresario argentino junto con los cineastas Brett Ratner y Baz Luhmann, fue el encargado de ambientar el megafestejo de cumpleaños de Ben Blavatnik, millonario ruso que, además de por ejemplo ser dueño de Warner Music, es el inversor al que Faena se asoció para sus diferentes emprendimientos inmobiliarios. La idea fue aportarle un toque de argentinidad a la fiesta más privada de las dos celebraciones que Blavatnik tuvo por sus 60 años. Para potenciar esa idea, Faena también contrató a Mora Godoy.
“Cuando Alan me contactó me dijo: ‘Te quiero llevar a vos, quiero llevar tango y sé que con esto no vamos a fallar’. Y tenía razón, el tango causó furor”, dijo Mora a PERFIL. “Bailé Libertango, y Código de barras de Bajo Fondo. Al bajar del escenario me crucé con Hugh Jackman y me dijo: ‘Dios mío, tus piernas, cómo las movías, cómo bailas!’. Me quedé muda. La verdad la pasé muy bien, incluso compartí camarín con Rita Ora, que cantó Moulin Rouge, y Margot Robbie –elegida la mujer más linda del mundo– cantó el cumpleaños vestida de Marilyn Monroe. Blavatnik y su esposa quedaron fascinados, ella es bailarina y me elogió con un respeto y una educación increíbles”.
El festejo tuvo dos partes, una en el castillo donde actuaron Oreiro y Godoy, y luego otra en el Tate Modern, donde Blavatnik tiene un pabellón a su nombre por las sucesivas donaciones hechas al museo y donde actuaron Bruno Mars y James blunt.
Este ucraniano, que, como detalló esta semana Financial Times, nunca tuvo nacionalidad rusa pero sí norteamericana e inglesa, tiene una fortuna de 19 mil millones de dólares. Hace unos días, la corona británica le otorgó un reconocimiento –por muchos millones donados para filantropía– que incluso lo habilitan a usar el título de “sir”. Sus negocios están ramificados y en algún momento fueron objeto de investigaciones que incluyen un fraude del que fue exculpado en abril de este año.