Habla por su celular; sus amigas la reclaman en el bar de siempre. Toma mate con una pizca de azúcar aunque aclara que a su hijo le gusta amargo; guarda el almuerzo que dejó precocinado y mientras el lavarropas gira, ella recibe a PERFIL no sin antes aclarar que le da vergüenza hablar en los medios. “Yo no soy la persona pública, es mi hijo”, dice Gladis Campagnon en la cocina de su departamento en Chivilcoy. Se trata de la mamá de Florencio Randazzo quien esta semana ganó protagonismo por su encuentro con el jefe de Gabinete en medio de la campaña bonaerense. “Me enteré que Aníbal Fernández venía a Chivilcoy y fui a verlo”, asegura. Después que ese hecho se hizo público, tuvo que desconectar el teléfono por la cantidad de llamados que recibió y generó una conmoción en el grupo que los Randazzo tiene en WhatsApp. “Fue una revolución”, dice mientras se ríe de un meme que la muestra como Doña Florinda.
—¿Qué la impulsó a ir a buscar a Aníbal?
—Me enteré por el diario que venía y decidí ir a saludarlo ya que venía a los pagos de Florencio. Fue una reacción de madre; me salió, fue una corazonada. Cuando una ve algo que le parece injusto, duele. Pero no le reclamé, ni le pregunté qué hicieron con mi hijo como salió en muchos lados. Eso no es verdad.
—¿No dijo que a su hijo le cortaron las piernas?
—Eso se me escapó porque me acordé de la frase de Maradona. Pero no sé si se las cortó él o qué pasó. Nadie me explicó.
—¿Qué le dijo a (Aníbal) Fernández?
—Llegué a la Municipalidad, lo vi junto al intendente y me quedé en un costadito. Y cuando me miró lo saludé y le dije: “Hola ministro soy la mamá de Florencio”. Así de sencillo. Me respondió que se sentía encantado de conocerme. Enseguida y con mucho respeto le consulté si le podía hacer una preguntita y le lancé: “¿Qué pasó con Florencio?”. El me tomó las manos y me dijo que mi hijo era un hombre grande, que respeta la palabra y la ley y que tengo que estar orgullosa de él.
—¿Cómo siguió la charla?
—Le dije que Florencio se siente su amigo y él me respondió: Yo también, por eso lo llamé y le dije que se baje de la moto, que lo piense y que lo llamaba al día siguiente”.
—¿Se sorprendió cuando su hijo rechazó la gobernación?
—No. Yo sabía que iba a decir que no, mi hijo es un hombre de palabra. Sé que se lo pidió la Presidenta, pero ella también sabía que Florencio no iba a borrar con el codo lo que escribió con la mano. No le interesa ser gobernador; nunca buscó un sillón para acomodarse; él quiere un lugar donde pueda trabajar, actuar. Florencio siempre dijo: “La posibilidad era llegar o no. No llegué, así que voy a cumplir hasta diciembre”.
—¿Seguirá en política?
—Cuando le preguntaron respondió que la política nunca se deja. Pero no creo que tome algún cargo si dijo que no a gobernador. No sé qué hará, quizá será desde afuera, dando charlas, escribiendo... No creo que se vaya de la política.
—¿Lo vio después de que quedara afuera de la fórmula presidencial?
—Sí, hace tres semanas fuimos todos a La Plata. El nunca me va a decir que está mal. Pero no estaba igual, no era el mismo, no tenía la misma cara ni la misma fuerza. De todos modos, no se habló del tema. Fuimos a una confitería de City Bell a tomar un café con toda la familia.
—¿Y cuál fue la reacción de la gente en la calle?
—Ese día en la confitería le pedían fotos y lo abrazaban. Entonces, le agarré la mano y le dije: “Esto es lo que vos te ganaste, el cariño de la gente”. Eso fue lo único. Y acá en Chivilcoy están de luto. Hay gente que llora y me dice que no los dejaron elegir. Yo tengo que consolarlos. Es tremendo.
—¿Usted sabe qué pasó?
—No, él no lo dice. Es que lo siento, lo siento más que todos, creo que era lo que él quería y yo soy su madre. Y trabajó mucho para lograrlo, treinta y pico de años, y fue muy leal. No se merecía esto. A Florencio nadie le regaló nada, acá todos lo saben muy bien. Todo lo que digo, lo digo como madre porque de política no sé nada y él no dijo nada. Algún día, si él quiere, que lo explique.
—¿Siente que Cristina lo traicionó?
—Es muy fuerte esa palabra. Sí me dolió y lloré. Sobre todo con la carta que mi hijo le escribió a ella.
—¿Se imagina a Florencio trabajando de contador?
—No. Tampoco me lo imagino quieto. Siempre supo que quería dedicarse a la política para ayudar a la gente. Y al mismo tiempo trabajaba: repartió helados en bicicleta, pintaba las casas de mis amigas, y hasta fue DJ de un boliche. Era un galán también. Muy amiguero y jugador de básquet. Y militaba, hizo carrera, ascendió y tuvo una buena relación con Néstor Kirchner. Y sintió mucho su muerte.
—¿Y con Cristina?
—También, pero con Néstor era distinto. Era de hombre a hombre. A una mujer se la trata con más respeto. Aunque siempre de frente y diciendo lo que se piensa. Florencio no es alcahuete de nadie. Y yo a ella la admiro; no sé qué pasó con mi hijo, pero cuando la critican les digo que se pongan en su lugar. Hay que tener mucho coraje y ganas.
—¿Y con Scioli?
—Florencio nunca lo criticó, sí marcó diferencias. Lógicamente ambos están en el mismo espacio y hay que votar el proyecto.