La importancia de la futura princesa de Asturias, doña Leonor de Borbón, y de la princesa Catharina Amalia de Orange Nasseau, para España y Holanda respectivamente, estriba en que ambas, a partir de la abdicación al trono de sus abuelos, se convierten en inmediatas sucesoras al trono de sus países, pudiendo de tal modo convertirse en jefas de Estado en su momento. La preparación que ambas niñas deben cumplir no es sencilla: está jalonada por un amplio conjunto de normas que hacen al protocolo de Estado. Las mismas se basan en la conducta social, política y esencialmente cultural que deberán observar. Ellas son preparadas desde pequeñas para gobernar, conducir los destinos de una nación, ser fieles representantes de la vasta tradición y preeminencia de sus respectivas casas reinantes. Por eso, no pueden manejar sus vidas a su libre albedrío. Si bien hoy, para nuestra sociedad, puede parecer absurdo y descolocado que una persona venga al mundo predestinada a reinar, se trata de costumbres y usos ancestrales, muy válidos y con gran preceptiva, aunque quizá lejanos a nuestras costumbres por haber nacido y residir en países de tradición republicana. Aquellos que aspiren a ocupar funciones similares deberán poseer sólida preparación a nivel moral, cultural e intelectual, Finalmente, a todos los seres humanos nos cabría el comportarnos en forma digna, educada y gentil, sólo que la realeza, la nobleza y los primeros mandatarios de cualquier sistema de gobierno que se trate deberían dar el ejemplo.
*Experto en derecho nobiliario.