Parece que hay una idea de Juliana Awada y su equipo de que los chicos de las escuelas que ella recorre junto con Carolina Stanley se relacionen con el arte a través de un artista conocido que interactúe con ellos en una actividad lúdica y creativa. Así lo dio a entender la primera dama cuando, el pasado 30 de octubre, posteó fotos de su visita –junto a Antonia Macri– al taller que Marta Minujín tiene en la zona de Constitucón. “Hoy me reuní para conversar sobre cómo llevar el arte a los Espacios de Primera Infancia. Recorrimos su taller y vimos parte del trabajo que pronto van a poder disfrutar los chicos, sus familias y maestros en las instituciones intervenidas artísticamente”, escribió en su cuenta de Instagram. Pero fue otra artista, Nicola Costantino, quien ya hizo punta en una acción directa con chicos y fue con Awada y Carolina Stanley al Espacio de Primera Infancia (EPI) María de la Esperanza, ubicado en la localidad de Escobar.
“Nos divertimos interviniendo tortas con diferentes técnicas y colores, poniendo a prueba los sentidos del tacto, el gusto y la vista. La estimulación es una parte fundamental del crecimiento de nuestros chicos”, redactó Awada luego de la visita. Lo hizo acompañada por la artista plástica Nicola Costantino y por la ministra de Salud y Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley.
Y en las fotos se pueden ver las coloridas tortas y dulces con los que Costantino hace honor a su lema de “arte comestible”. Tortas similares estuvieron en la mesa del último cumpleaños de Mauricio Macri, también en la del empresario Cristiano Rattazzi, quien hace un mes celebró sus 70 años y los 50 de su pareja, y se le sirvieron al diseñador francés Jean Paul Gaultier en una comida privada que se organizó en el espacio de Costantino, en marzo de este año, a pedido de la Embajada de Francia. Como por entonces ella misma explicó a PERFIl en una entrevista, esa técnica cubierta se llama mirror glaze –baño espejo– y surge en Francia. “Se hace con glucosa, chocolate blanco, leche condensada y gelatina; se calienta a 36 grados, se vierte sobre el postre helado y en menos de un minuto se gelifica. Podés mezclar colores, hacer dibujos”, contó. Costantino las hace a pedido y las vende por peso y, en marzo último, por ejemplo, “cotizaba” en mil pesos el kilo.