Una invitación de Pancho Dotto para tocar en su casa con su banda fue el puntapié inicial para que Sergio Lapegüe hiciera de la música algo más que un pasatiempo compartido con amigos de toda la vida. De ese 26 de septiembre de 2015 pasaron seis años y trescientos shows. Y éste 21 de noviembre, la Lapeband se sube a una escenario de calle Corrientes para presentar Sale el sol, su primer disco.
—¿A pesar de tu experiencia frente a las cámaras, qué de especial tiene esta presentación en calle Corrientes?
—Es muy distinto. Frente a la cámara uno trata de imaginar quién está del otro lado, qué hora es para saber a quiénes les estás hablando…En el teatro está la famosa “cuarta pared”; tenemos automáticamente un ida y vuelta con el público. Y siempre quise eso, a tal punto que por eso se me ocurrió el famoso “prende y apaga” en televisión. Y estar en el Broadway es adrenalítico ciento por ciento.
—¿Tenés alguna cábala antes de salir a escena?
—Ninguna. Disfruto mucho estar con mis amigos antes de salir a escena, es algo muy fuerte. Sí trato de estar tranquilo, vocalizar…A veces es difícil, en la banda somos diez músicos y todos hablan o gritan. Por eso simplemente trato de mentalizarme como he visto muchas veces que hacía Elvis Presley yendo al escenario: caminaba en silencio, concentrado, tratando de disfrutar ese momento.
—¿Qué adrenalina te genera la música que no te produce el periodismo?
—El periodismo es mi pasión, son diez horas que trabajo todos los días. La música es la explosión de tu cuerpo durante dos horas. Es recibir energía mientras hacés lo que te gusta. Las dos cosas me provocan adrenalina, van por carriles distintos, pero terminan en el mismo lugar, y te provocan recuerdos imborrables.
—¿En el escenario aparece el Lapegüe verdadero?
—Soy el mismo siempre. Esa es la diferencia que tengo respecto de otros colegas; para traspasar la pantalla tenés que ser transparente. Es cierto que el canal tiene reglas, pero yo marqué diferencia porque minuciosamente voy rompiendo reglas. Y en el escenario, es lo mismo.
—¿De los shows que hicieron cuál recordás en particular?
—Los que hacemos para ayudar a otros. Eso es muy emocionante. Hicimos uno en Hurlingham para donar comida a un merendero; otro en Lomas de Zamora. También uno en Belgrano donde en lugar de pagar entrada, la gente traía un libro. Así armamos una biblioteca en Villa Fiorito para chicos humildes. Y después los que hacemos en el interior donde la gente es muy devota, muy participativa, con mucha energía.
—¿Qué músicos te gustaría tener de invitados en algún show?
—Abel Pintos, Alejandro Lerner, Rolo... de La Beriso. Si sueño: Michael Bublé; Brian Setzer de The Stray Cats; y si sueño aún más, los Stones y McCartney.
—¿Qué te produce lo que generaron los sub-25 con el trap y la música urbana?
—Es impresionante. Mi hijo Elvis me cuenta sobre todos los nuevos músicos que van apareciendo y todos los días me muestra un tema distinto. La capacidad que tienen estos chicos para hacer tantos temas y tan rápido. Obviamente me gustaría conocer a Bizarrap y que nos produzca un tema. Eso me vuelve loco. Anoten a Tiago PZK –protagonista de la película Cato–, va a ser un músico tremendo; el carisma que tiene L’Gante; y son impresionantes Nicki Nicole y María Becerra. No sé si lo que hacen va a quedarse como el rock&roll, sí valoro que es lo nuevo y uno tiene que darse cuenta.
—¿Te gustaría dedicarte solo a la Lapeband?
—Haría un mix, periodismo y música. Y por qué no mezclando las dos cosas en un late night show. ¡Ojo con eso, eh! Durante treinta años hice solo periodismo, ahora quiero intentar ir por los dos caminos. Con la música van a ver a un tipo mucho más humano presentando las noticias. Creo que también me va a ayudar mucho en el tramo final de mi carrera.
—¿Cuál es el sueño máximo al que aspirás con la música?
—Que un tema nuestro suene en la cancha es tocar el cielo con las manos, me vuelvo loco. También cruzarme en la calle con gente tarareando mis canciones. Y me gustaría escuchar mis temas en las radios; por más que sea un periodista conocido, eso es muy difícil.