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Messi y Lavezzi: dos imágenes de la visita argentina al Papa

Esta semana, los jugadores de la Selección fueron a visitarlo. Leo fue diplomático; el Pocho se sentó en el sillón de San Pedro y desató la polémica. Especialistas en protocolo opinan sobre estas actitudes.

Regalo. Francisco rodeado por Gianluigi Buffon, arquero de la selección italiana, y Messi, quien le entregó el árbol de olivo que el pontífice sostiene.
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La imagen recorrió el mundo: un argentino sentado en el sillón de San Pedro. No se trató del papa Francisco exactamente, sino que fue Ezequiel “Pocho” Lavezzi quien aprovechó la visita al Vaticano para “robarle” el trono.

Lo que resultó una humorada entre el grupo del seleccionado argentino que viajó esta semana a Roma para hacer una visita al sumo pontífice terminó siendo para los sectores más conservadores de la opinión pública una ofensa que traspasa los límites del protocolo. Se sabe: Francisco da lugar a la improvisación. Sin embargo, se habló mucho de que lo que hizo Lavezzi fue una “argentinada”.

El papa Francisco recibió esta semana en una audiencia privada en el Vaticano al seleccionado de fútbol, que estuvo encabezado por Lionel Messi. Mucho más moderado, éste le entregó una planta de olivo.

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El Papa les recordó a los jugadores que son referentes de la paz social. Ante ellos y varos directivos, Francisco pidió que se elimine toda muestra de “discriminación” de los estadios y que, aunque el fútbol se haya convertido en un negocio, nunca pierda el carácter deportivo. De la audiencia participó además la selección italiana de fútbol, y fue en el marco del partido amistoso que ambos equipos disputaron el miércoles en el Estadio Olímpico de Roma. “Será un poco difícil para mí animar a una o a otra (selección), pero por suerte es un amistoso. Y que sea verdaderamente así, les pido”, dijo el pontífice a las dos delegaciones en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano. “Vosotros, queridos jugadores, son muy populares, la gente los sigue mucho, no sólo cuando están sobre el terreno de juego sino también fuera. Es una responsabilidad social”, agregó el Papa.

Polémica. Contento por aquella experiencia, Lavezzi no dudó en subir a su cuenta de Twitter la foto que desató varios comentarios en todo el mundo. ¿Hasta dónde puede llegar la confianza para hacer semejante cosa? Que Lavezzi se haya sentado en el sillón del Papa ¿tiene que ver con una actitud desfachatada del jugador o es parte del desacartonamiento que Francisco genera?

“Hay que tener en cuenta la personalidad que despierta el Papa y que tiende a descontracturar y mantener un contacto mucho más fluido”, opina Arnaldo Miranda, historiador y especialista en derecho nobiliario. Sin embargo, Miranda, quien reconoce como auspicioso este tipo de comportamientos que tiene Francisco, asegura que por otro lado quiebra ciertos mandatos que deben ser cuidados. “No debemos olvidar que se trata del sumo pontífice, jefe de toda la Iglesia Católica Apostólica Romana, y que respetar las normas protocolares no significa estar lejos del pueblo”, agrega.

Karina Vilella, directora de Centro Diplomacia, es mucho más dura. “Lo que vi me dio vergüenza ajena. Tiene que ver con una falta de educación terrible. Este señor cometió una desubicación total”, dice indignada a PERFIL. Para ella, que Francisco sea relajado no amerita que quienes van a verlo hagan lo que se les dé la gana. “Dentro de poco nos tomamos una birra con el Papa. Creo que tiene que ver con una crisis de valores que tenemos los argentinos, como lo es la educación, la cortesía; no puede ser que estemos habilitados a cualquier cosa”, dice Vilella, quien estuvo en Roma el día de la asunción de Francisco. “Yo ya había estado con otros papas.

Por lo general, la Plaza suele estar acaparada por 40 mil personas. Esta vez desbordaba: ¡había 100 mil! Creo que en el Vaticano deben estar mirando con preocupación algunas cuestiones de este papado”, dice. Y finaliza: “El protocolo en Roma era muy estricto... hasta que llegó Francisco”.