Nació en córdoba, tiene 39 años y vive en Berazategui. Su popularidad dentro del mundo del arte hizo que la marca de indumentaria cordobesa Moi Diseño le pidiera prestada una imagen para estampar remeras y repartirlas gratuitamente en la primera marcha de Ni Una Menos, en 2015.
Esta semana, en la víspera de la segunda edición, Romina Lerda vio sorprendida cómo su obra de arte la había trascendido y se había viralizado hasta convertirse en un símbolo y logo contra la violencia de género. Ahora, mientras prepara su libro de colorterapia, apuesta a más y propone hacer una nueva imagen.
“La realidad es que ese retrato de esa mujer fue elegido por la marca de ropa dentro de los 600 retratos de mujeres que hice porque les gustó. Ellos le cambiaron algunos trazos para hacerla más sencilla para la estampa, la pasaron a blanco y negro y le agregaron una mano. La original está llena de color, tiene sueños en su pelo, y está más trabajada. Me gustaría poder dibujar una especialmente para la ocasión, pensada desde el vamos para esto, más responsable y consciente”, relata sin salir de la sorpresa. “De repente el celular se me llenó de mensajes preguntándome si era mi dibujo; no paré de hablar en los últimos tres días. Yo cedí esa ilustración sin imaginar en lo que se iba a convertir”.
—¿Qué sintió cuando vio que se viralizó?
—Fue superfuerte: veo esa cara y pienso que la hice en un momento íntimo, personal, importante de mi vida, en mi taller. Y ahora es de todos y se resignificó. Me llena de orgullo por la causa. Fue movilizante desde lo social hasta lo individual.
—¿Desde cuándo pinta sólo mujeres?
—Desde hace seis años. Un día, en una circunstancia particular de mi vida pinté mi primer dibujo de mujer y todo el mundo me lo elogió. Me decían que su mirada transmitía cosas lindas. Era una mujer con ojos grandes, divertidos, con el pelo al viento. La llamé Free, “libre”, porque así me sentía yo entonces. Y a partir de ahí no pude parar de dibujar retratos de mujeres. Me di cuenta de que lo mío era seguir por ahí.
—Y ahora llegó a esto...
—Sí, parecía que era como un camino para esto. Uno como artista quiere llegar a algo y no sabé a qué. Todavía no lo puedo creer.
—¿Estaba comprometida con el tema previamente?
—Soy una defensora del género, estoy rodeada de gente que vivió cosas; es muy difícil ser mujer. Las voy a honrar siempre.
—¿No se aburre de pintar siempre mujeres?
—No, es un placer. Les doy diferentes técnicas y las hago de todo tipo: africanas, asiáticas, rubias, morochas...
—¿Fue a la marcha?
—Pasé unos minutos. Es fuerte ver a esa cantidad de gente. Cada una estaba ahí porque de alguna manera o era víctima o era amiga, hermana, tía, madre de alguna víctima.
—¿Alguien del Gobierno se comunicó con usted?
—Nadie. Me gustaría que lo hagan las organizadoras, porque me encanta la causa y ser parte, pero no quiero ser la vocera.
—¿Cuál es su meta?
Provocar, hacer sentir, generar algo bueno. Y lo logré.