“Como te ven te tratan; si te ven mal, te maltratan”. Podría decirse que este axioma popularmente conocido y repetido por Mirtha Legrand son aplicados al pie de la letra por Marcelo Tinelli, el capitán de un barco que puede irse a pique pero que él será capaz de sacar a flote sin que nadie lo note. En los últimos años, la faceta actoral que despliega en el estudio ha sido el caballito de batalla que encontró para enfrentar los desplantes y dardos que recibe, ya sea en planos políticos como empresariales. El humor a flor de piel, una herramienta que define a Tinelli como conductor y que, seguramente, sirve una psiquis nerviosa puesta a prueba 24 horas al día.
Tinelli termina ShowMatch mañana como había prometido, a pesar de los vaivenes de, el año más difícil que tuvo que afrontar. Quizá para evitar demostrar cansancio, el lunes apareció en pantalla con un rostro que denotaba algun aditamento estético. “Me da una enorme felicidad que la industria nos premie”, dijo el martes en la entrega de los Premios Tato. Allí se mostró políticamente correcto,distante desu alter ego futbolero y más pasional, que descarga en Twitter cuando su bronca lo vence. “Estamos muy felices, muy contentos de que en un año muy complicado de la productora podamos estar haciendo este programa. Eso nos llena de orgullo. (...) Este programa es posible gracias a todos los que trabajan y se matan día a día por hacerlo, con la mejor onda, como si absolutamente nada pasara”, agregó desde el escenario.
Así fue en los últimos meses, como si nada pasara, y mañana será el último baile, en el que se enfrentarán los finalistas: Federico Bal y Laurita Fernández versus Flor Vigna y Gonzalo Gerber. “Marcelo termina bien, contento de poder finalizar con el programa. Todo lo que le pasó lo tuvo ocupado y preocupado, pero su ánimo está intacto”, dicen cerca de este hombre que está en conflicto con Indalo.
Se sabe: el grupo, además de no pagarle todo el cachet por conducir el programa, tampoco le saldó el 19% de la venta de su histórica productora, Ideas del Sur (se realizó en abril de 2016). Tinelli llega a fin de año con una catarata de juicios que les hace a sus anteriores dueños y habiendo cobrado su sueldo, según cuentan, sólo un par de veces a principio de año. En los primeros días de noviembre, él mismo le pidió a la Justicia a través de sus abogados que impida la concreción de la venta del Grupo Indalo, del empresario Cristóbal López, al grupo inversor Ceibo, representado en Argentina por Santiago Dellatorre y Damián Burgio. La empresa adquirió el 100% del paquete accionario del grupo, que comprende más de 170 sociedades de distintos rubros, entre ellas, Ideas del Sur. Tinelli abrió fuego contra los nuevos accionistas. “Te dan cheques sin fondos, no te pagan lo firmado y desaparecen. Después aparecen otros nuevos y te extorsionan. En 35 años no vi nada igual”, fue uno de los tuits lanzados.
Es curioso: desde que se desató este conflicto, ShowMatch no sólo mantuvo su rating sino que creció en niveles de audiencia en un año en el que arrancó el programa en los estudios nuevos de La Corte . Contra viento y marea –y con la baja de 27 empleados despedidos a fines de 2016–, sacó al aire el “Bailando” con un listado de participantes que no superó el magnetismo que genera el propio conductor. La Bomba Tucumana aportó un poco de picante y, si se quiere, el desborde emocional de Yanina Latorre con el “puntita-gate” fue lo que más llamó la atención de la audiencia. La única fisura fue la suspensión del aquadance por falta de presupuesto.
En lo personal, no fue un año de grandes sobresaltos: su relación con Guillermina Valdes se mantuvo sobre rieles. Orgulloso, festejó los 15 de Juanita, su hija menor, y acompañó el éxito de otra de sus hijas, Micaela, empresaria de la moda. Tinelli se olvidó por un momento del fútbol este año, después de la ingrata experiencia de haber quedado afuera de la Superliga.
La gran incógnita. Tal como adelantó PERFIL a mitad de año, trascendió que fantaseaba con la idea de dedicarse de lleno a la política, pero cuando se le preguntó públicamente dijo que no, aunque tampoco lo descartaba. La gran pregunta aquí es con quién “jugaría”, de concretarse alguna postulación. Una posible respuesta, que explica por qué está donde está y pudo llevar adelante su programa pese a los sobresaltos, es que Tinelli es tinellista y, por eso, puede jugar con quien quiera.
Mientras tanto, él seguirá seduciendo a quien tenga adelante. Por lo pronto, ahora le espera el eje cíclico de todos los fines de año: chacra de Punta del Este, luego alguna ciudad de Europa y, en febrero, comenzará a diagramar la nueva productora para salir al aire con su programa de siempre.
Política y espectáculo
Tinelli no da puntada sin nudo. Desde hace años cultiva una excelente relación con Horacio Rodríguez Larreta, quien supo participar en sus aperturas. Con Macri, la relación va y viene. Este año, en medio de una imitación de Cristina Kirchner, sacaron al Presidente por teléfono, pero luego la nota no salió al aire por el clima que se vivía en medio de una marcha por la entonces desaparición de Maldonado.
Oportunista, Tinelli captó la atención cuando anunció que sería el primer periodista que entrevistaría a Cristina, en la época en que ella no se decidía a elegir con quién hablar. Finalmente se trató de una entrevista ficticia, en la que él le hacía la nota a un imitador.
Se dice que le gustaría ser presidente en 2019. En septiembre hizo una visita a Bolívar junto a su pareja para recorrer varios barrios donde, se dice, fue medido para ver cómo se veía como posible candidato.