Sin dudas no fue un casamiento más, ni una ceremonia común. “Fue celebrar la vida”, define ella. Ella es Lydia Vieyra, tiene 57 años y tenía sólo 20 años cuando ayudó a Victoria Donda a venir al mundo. Detenida en la ESMA junto a Hilda Pérez –la madre de la diputada– Lydia recibió aquella pequeñita en medio del infierno. Hace unos días, 36 años después, esta mujer fue la encargada de casar a ella y su novio, el periodista Pablo Marchetti. El lugar elegido fue el Complejo Solares de la Laguna, ubicado en la ruta provincial Nº 1, en Santa Fe. “La boda” fue un intercambio de votos “para celebrar la vida y el amor”, según las palabras de los novios. No hubo correlato religioso ni civil. Y allí estuvo esta mujer a quien la propia diputada la catalogó como “sacerdotisa montonera”. “Mirá que fui de todo, pero sacerdotisa, jamás”, dice entre risas Lydia a PERFIL. La madre de la legisladora –Hilda Pérez, aún desaparecida– compartió cautiverio con Vieyra en la ESMA, durante la dictadura militar. Fue ella quien ayudó en el nacimiento de su hija. “Ambas estábamos en un lugar común, con otros presos, todos tirados en el suelo. Cuando comenzó con contracciones, fui a pedir permiso para ayudarla. En ese momento funcionaba una pieza donde llevaban a las embarazadas”, relata Lydia quien actuó junto a un médico del lugar aunque —dice ella— prefiere no llamarlo así. “Yo lo conocía, era Jorge Magnacco, un carnicero, era jefe de mi papá, que era médico civil de la Armada”, sigue contando Lydia. Todo fue muy rápido, sobre una mesa de madera Hilda dio a luz a Victoria. Fue parto natural. “El médico no hizo ningún tipo de sutura, tampoco hizo falta. La negra era una beba de unos 3,5 kilos y la madre una mina muy fuerte”, dice Lydia. Ambas se quedaron solas en aquella sala donde surgió una duda: qué nombre ponerle a aquella niñita cachetona. La madre la levantó en brazos, y dijo: “Se llamará Victoria”. La historia es conocida: le hicieron un pequeño orificio en la oreja a Victoria, y le pasaron un hilo azul, con la idea de que eso sirviera para reconocerla. Esa fue la última vez que Lydia supo de la madre de Victoria. Marchetti y Donda la eligieron, convencidos, para que los case. “Fue algo relajado”, dice. “No creo en las cosas arregladas”, agrega Lydia, quien simplemente le habló a los novios con palabras de aliento y amor. Luego, ellos intercambiaron los votos. “Estuvo de puta madre”, dice Marchetti a PERFIL, quien en un momento de la noche subió a un escenario a tocar con su banda Conjunto Falopa. Luego, el tema El Rebelde, de La Renga, se usó para bailar el vals. Una fiesta emocionante