“Estoy muy cansado”, “no tengo ganas de hacer nada”, “me quedo dormido”. Todos conocemos a alguien que hace este tipo de comentarios a menudo. Pero con más frecuencia, escuchamos que quienes suelen decir estas frases son jóvenes profesionales o estudiantes universitarios, que tienen una agenda recargada de actividades tales como el estudio, el trabajo y otros compromisos.
“Resulta evidente el aumento de la consulta de jóvenes por síndrome del estrés –que es la medida del desgaste vital- a edades cada vez más tempranas, y eso tiene como traducción el síntoma del cansancio”, reconoce Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES). Fernando Morano, del Servicio de Clínica Médica del Hospital Italiano, coincide y afirma que “en el hospital crecieron las consultas en un 5 por ciento por año de jóvenes que manifiestan cansancio y otros síntomas afines”.
“Cuando hay cansancio, implica que hay un mensaje del cuerpo que indica que el sujeto está sometido a una sobrecarga que supera su capacidad de resistencia”, señala López Rosetti. “El joven puede sobrellevar por un tiempo el cansancio y los síntomas asociados –como dolores musculares, cervicales, cefaleas, insomnio, alteraciones digestivos y de sueño, entre otros- porque su condición de vitalidad se lo permite, pero todo indica que en algún momento va a aparecer la enfermedad, aunque no llegue al grado de un accidente cerebro vascular o un infarto”.
El cansancio y los síntomas relacionados son una constante en la rutina de Ezequiel Jamnitkzy, que trabaja como administrativo en un club en la provincia. “Me levanto a las cuatro de la madrugada, tengo una hora y media de viaje y trabajo doce horas por día, cuatro veces por semana. Siento cansancio en las piernas, dolor de espalda, duermo muy poco. Cuando vuelvo del trabajo no tengo fuerzas para salir o estar despierto”, dice Ezequiel.
Dormir mal. De acuerdo a un estudio realizado por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) en Estados Unidos desde el 2005 hasta el 2008, un 37 por ciento de los jóvenes de 20 a 39 años declaró dormir menos de 7 horas durante la noche. Según la investigación -que analizó las respuestas de casi 11 millones de norteamericanos de 20 años en adelante y que fue publicada en el Journal of American Medical Association- los adultos que manifestaban tener pocas horas de sueño tenían dificultades con la rutina diaria de actividades, y uno de los motivos más mencionados fue por cansancio.
Según describe Morano, “el joven cansado por falta de horas de sueño es aquel con un nivel de autoexigencia alto, que quiere hacer todo sin delegar, que no maneja bien los tiempos, se estresa con exámenes o el trabajo. Al mismo tiempo se acuesta tarde, se levanta temprano, fuma, toma mucho café o mate (son estimulantes que alteran la normalidad del sueño) y que no hace actividad física”. Excepto el cigarrillo, todas estas características se ven reflejadas en Nadia Topor, estudiante de medicina de 23 años. “Cuando estoy cerca de los parciales no puedo hacer otra cosa que no sea estar estudiando, y eso obviamente me genera cansancio. Hubo veces que estuve hasta diez horas con el estudio”. Nadia agrega que cuando lee material de la facultad, se queda dormida profundamente, y cuando se levanta no puede retomar la lectura.
Algunos jóvenes, como el caso de Nadia, tienen disminución en la calidad de sueño. “El joven duerme pero al despertarse por la mañana tiene la sensación que el sueño no es reparador”, explica López Rosetti, que agrega que también “está el que se despierta a medianoche” y el que “no puede conciliar el sueño porque tiene sobrecarga laboral o no se puede desprender de los problemas cotidianos”. Pamela (23), que encabeza varios trabajos en una inmobiliaria, se identifica con la última situación que menciona López Rosetti: se queda pensando en cuestiones laborales o emocionales que la retardan del sueño. Por otra parte, ella comenta que cuando está cansada hace todo lento y tarda más. “Siento que si paro un segundo de trabajar o de hacer algo, me quedo dormida. Si voy una reunión o un evento, me quedo tildada”.
Recomendaciones para evitar el estrés:
- Dormir entre 7 a 8 horas durante la noche y establecer una hora regular para ir a la cama.
- Evitar el cigarrillo y el alcohol, porque alteran la calidad de sueño.
- No tomar café al menos durante la tarde y noche.
- Tratar de no ver televisión en la cama o quedarse hasta tarde en Internet o en videojuegos.
- Las siestas no deben durar más de 30 minutos para no alterar el ciclo de sueño nocturno.
- Establecer una alimentación balanceada sin excesos o carencias importantes.
- Realizar al menos 30 minutos de caminata diaria o crear una pauta de ejercicios cotidianos.
* Especial para Perfil.com