La inyección letal, elaborada sin una investigación médica precisa, no garantiza que el condenado pueda morir sin sufrir, denuncia un nuevo estudio médico basado en extrañas experiencias que dio a conocer el Servicio Penitenciario estadounidense.
Este método, utilizado en la mayoría de las ejecuciones en Estados Unidos, consiste en la inyección de un somnífero y luego de un producto para paralizar la respiración y otro para detener el corazón.
Una decena de estados suspendieron sus ejecuciones debido al debate generado tras la publicación en 2005 de un estudio que mostraba que los condenados no habían sido anestesiados correctamente.
El estudio publicado esta semana por la revista PLoS Medicine, basado en la descripción precisa de 41 ejecuciones en Carolina del Norte (sudeste) y en California (oeste), muestra que los condenados no siempre reaccionan como está previsto a los diferentes productos.
En algunos casos, hay condenados que respiran aún largos minutos tras recibir el producto que debería paralizarlos. En otros, su corazón continúa latiendo hasta nueve minutos después de haber recibido el último veneno, cloruro de potasio, que debería matar instantáneamente.
Además, estos datos confirman que la anestesia no siempre funciona, y que el condenado puede estar consciente pero incapaz de mostrarlo cuando el segundo producto lo paraliza y lo asfixia.
Para los médicos autores del estudio, éste muestra "un fracaso de la concepción y de la aplicación" de la inyección mortal, que debería por lo tanto ser considerada como uno de los tratamientos "inhumanos" prohibidos por la Constitución estadounidense.
Un editorial publicado en el mismo número precisa que la revista PLoS Medicine se opone por principio a la pena de muerte y subraya que una ejecución por inyección letal, pese a la utilización de material médico, "está tan cerca de la medicina como el hacha del verdugo lo está de la cirugía".
Fuente: AFP