La peste bubónica, una enfermedad que mató a buena parte de la población mundial hace más de 600 años, volvió a estar en boca de todos después de que se registraran varios nuevos casos en China y Mongolia. Ante el rebrote, la ciudad de Bayannur, situada en Mongolia interior, en el norte de China, decidió recientemente prohibir la caza y consumo de animales que puedan transmitir la enfermedad, en particular las marmotas, y exhortó a los habitantes a informar sobre cualquier roedor muerto o enfermo que encuentren después de que un pastor fuera diagnosticado.
Las noticias despertaron la preocupación, justo cuando el mundo todavía lucha contra la pandemia del coronavirus. ¿Qué es la peste bubónica? ¿Constituye una verdadera amenaza para la humanidad?
La enfermedad fue causante de la que fue la primera pandemia de la humanidad, también conocida como la peste negra, en el siglo XIV. Tuvo su origen en una variante de una bacteria, la Pasteurella pestis, ahora conocida como Yersinia pestis, y se trasmitió por pulgas transportadas por roedores en el desierto de Gobi, hacia 1320. Posteriormente, se extendió a China, Birmania, Rusia e India y entró en Europa por las rutas comerciales de venecianos y genoveses en el Mediterráneo para azotar a Europa. Sobre el saldo final de la pandemia de la peste, se cree mató a entre un quinto y un tercio de la población mundial, disminuyendo en pocos años de unos 450 millones de personas a entre 350 y 375 millones.
Según la Organización Mundial de la Salud, la bacteria Yersinia pestis causa la peste y hay tres manifestaciones de la enfermedad: neumónica, bubónica y septicémica.
Tres pandemias de peste negra arrasaron el planeta, según la National Geographic, pero la más devastadora mató hasta un tercio de los europeos entre 1334 y 1372, y tuvo su pico de 1347 a 1353. Fue entonces cuando París perdió cerca del 50% de sus habitantes, mientras Hamburgo y Bremen vieron cómo su población menguaba un 60%. En Florencia, donde la enfermedad llegó en 1348, falleció el 75% de su población.
La peste negra se extendió por todos los países de la región, llegó incluso al norte de África y solo Finlandia e Islandia, entre los países europeos, quedaron al margen. La medicina de entonces no permitía investigar la enfermedad y tampoco encontrar la cura necesaria, por lo cual cientos de miles de personas quedaron abandonadas a su suerte, muchas de ellas expulsadas de sus casas por los propios familiares.
En una serie de narraciones cortas recopiladas bajo el nombre de ‘Decameron’, el autor italiano Giovanni Boccaccio relató la historia de un grupo de hombres y mujeres que se escondían de la enfermedad en Florencia: “A diferencia de lo que se había visto en el este, donde el sangrado de la nariz es el pronóstico fatal, aquí aparecían ciertos tumores en la ingle o debajo de las axilas, algunos tan grandes como una pequeña manzana, otros como un huevo; y después manchas púrpuras en la mayoría de las partes del cuerpo. En algunos casos grandes y pocas, en otras, más pequeñas y más numerosas; ambos tipos eran habituales mensajeros de la muerte”.
La pandemia de peste bubónica mató entre 75 y 200 millones de personas durante 1347 y 1351, lo que entonces era más de la mitad de la población de Europa y Asia.
A falta del desarrollo científico necesario, no podía hacerse mucho más que poner en cuarentena a los enfermos y procurar evitar más contagios, y de hecho, hubo al menos una tres oleadas de la peste durante el siglo XIV y XV, propiciadas por el comercio marítimo. Los infectados por la peste negra desarrollaban cuadros de fiebre, vómitos y hasta convulsiones, que terminaban habitualmente en una muerte veloz, a veces en un par de horas.
Como mucha gente de la época, Boccaccio se preguntó por qué la plaga había golpeado su país natal, sugiriendo que podría haber sido "la influencia de los planetas" o que "fue enviada por Dios como un justo castigo por los pecados". Muchos otros prefirieron culpar a los judíos por la propagación de la enfermedad, lo cual generó persecución y muerte. En muchos lugares se iniciaron linchamientos multitudinarios de comunidades judías. Eran los primeros pogromos de la historia, al menos los primeros masivos y en territorios alejados.
No hay un "riesgo alto", dice la OMS
Seis siglos después, pese a los recientes casos aparecidos en Mongolia y China, Organización Mundial de la Salud (OMS), sin embargo, está segura de que la situación no representa una gran amenaza para el mundo y está "bien gestionada". La organización dice que no hay un “riesgo alto” y que está monitoreando “de cerca” la situación junto a las autoridades chinas y mongolas.
Según la OMS, la peste es una zoonosis provocada por la bacteria Yersinia pestis, que normalmente se encuentra en mamíferos pequeños, como las ratas, y en las pulgas que los parasitan. Se transmite del animal al ser humano por la picadura de las pulgas infectadas, por contacto directo, por inhalación y, más raramente, por ingestión de materiales infecciosos. La enfermedad hace que se inflamen los ganglios linfáticos, lo que provoca una tensión dolorosa de los tejidos y la aparición de los comúnmente denominados 'bubones' de color negro, lo que da lugar al nombre de la peste como 'bubónica' o 'negra'.
La plaga se encuentra "en todos los continentes exceptuando a Oceanía, pero desde 1990 la mayoría de los casos humanos se conventraron en África. Congo, Madagascar y Perú son los países más endémicos, dice la OMS.
En ausencia de tratamiento, la peste puede provocar la muerte en poco tiempo. La organización asegura, sin embargo, que la peste es “rara” y que por lo general se encuentra en ciertas regiones del mundo donde aún es endémica, como Mongolia, donde se infectaron dos jóvenes hermanos que habían comido carne de marmota. “La peste bubónica ha estado y está con nosotros desde hace siglos", señaló portavoz de la OMS, Margaret Harris. En China, se informó esporádicamente durante la última década de algunos casos de peste bubónica, y diversos brotes fueron reportados en años recientes en Madagascar, y en Estados Unidos, donde las autoridades sanitarias de Colorado confirmaron que una ardilla dio positivo a la peste bubónica.
El diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato son esenciales para la supervivencia y para reducir las complicaciones, afirma la OMS, que explica que incluso aunque siga pasando a los humanos, los antibióticos son eficaces si la enfermedad se diagnostica a tiempo, cosa que a veces se dificulta en sus primeras etapas porque los síntomas son similares a los de una gripe. "Existe un tratamiento eficaz de antibióticos contra la bacteria en seres humanos. El diagnóstico y el tratamiento tempranos, durante las primeras 24 horas tras el surgimiento de los síntomas, permite salvar las vidas", indicó.