“¿Se lo cuido?” Ni buen día ni buenas tardes. Así se presentan ellos. Más que una pregunta hecha es una suerte de carta de presentación. En la ciudad de Buenos Aires se los puede ver en los alrededores de plaza Serrano, en el barrio de Belgrano o en San Telmo. En Las Cañitas o en las afueras del hipódromo. En todas partes. Son los “trapitos” o los “franelas”; los mal llamados “cuidacoches”, un oficio ilegal que despierta más odios que amores. Para algunos se trata de una de las mafias urbanas más persistentes de los últimos años y para otros el ejemplo más evidente de las viudas que deja una crisis económica. Eso sí, lo que nadie discute es que cada vez son más.
Desde la Subsecretaría de Seguridad Urbana porteña explican que a diario realizan operativos sorpresa, pero confiesan que “no son suficientes como para ejercer un control de la situación”.
En muchos barrios porteños la situación es preocupante. Sobre todo en las zonas que concentran lugares de esparcimiento, como restaurantes, boliches y bares. O donde se desarrolle un espectáculo artístico o deportivo. Dependiendo del lugar, estacionar en la vía pública puede costar entre 4 y 30 pesos.
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