SOCIEDAD
una experiencia educativa unica

Alumnos del primer secundario para trans tendrán título oficial

Esta semana se aprobó el plan de estudios del bachillerato Mocha Celis, que funciona en Chacarita. Los profesores y directivos transexuales también fueron incorporados a la plantilla docente.

Equipo. Docentes, directivos y alumnos, en la biblioteca de la escuela. A todos esta experiencia les cambió la vida.
| Gaston Renis

Tuvieron que pasar casi cinco años y muchos momentos de trámites, burocracia e intensa lucha para que los estudiantes del bachillerato para transexuales y travestis Mocha Celis puedan tener a fin de año el diploma de secundario como cualquier otro alumno de cualquier otra escuela de la Ciudad.
La idea de crear un bachillerato incluyente para personas trans surgió a mediados de 2010. En ese momento se presentó la solicitud a la Dirección de Educación del Adulto y del Adolescente, y en 2012 les fue otorgado el permiso para iniciar las clases. Pero recién esta semana se oficializó el bachillerato, que además de permitirle otorgar un título para los alumnos, incluye la incorporación del plantel docente en la Subsecretaría de Gestión Educativa y Coordinación Pedagógica porteña.
“Para nosotros es un triunfo en muchos sentidos. El Mocha toma potencia y se supera, ya que de sus inicios a hoy ya es un colegio que recibe a personas trans y no trans. Queremos generar una escuela inclusiva y no exclusiva. Esperamos que no tengan que existir otros lugares como el Mocha, porque eso significaría que estamos libres de discriminación”, explica Vida Morant, la responsable académica del centro.
El Mocha Celis –llamado así en homenaje a una transexual tucumana que falleció sin saber leer ni escribir– es un bachillerato orientado al cooperativismo, con todas las materias regulares más algunos talleres de oficios, que son complementarios. “Es un gran paso, es el cierre de oro a un trabajo de grupo, de comunidad, que genera un cambio social y cultural muy grande”, detalla Morant. “Es imprescindible ir construyendo todas las herramientas necesarias para fortalecer a las instituciones educativas de gestión comunitaria y social”, agrega el legislador porteño Maximiliano Ferraro, otro de los impulsores de este proyecto que funciona en Chacarita.
Para muchos alumnos, el Mocha significó una oportunidad para cambiar de vida. “No es la primera vez que estoy en el secundario. Pero terminé dejando porque todo el tiempo me señalaban que no era ‘normal’ como los otros. Pertenecer a la primera colación del ‘bachi’ es un orgullo”, dice Victoria Pavón Torres, que pertenece al grupo que se recibirá este año.
“Sufrí mucho. En otros colegios desde la dirección me sugerían que evitara ir al baño de varones para no provocarlos, pero tampoco podía ir al de mujeres”, cuenta Victoria, que viaja desde González Catán en combi y colectivo casi dos horas todos los días para no faltar a las clases. Ella es una de los veinte estudiantes que egresarán a fin de año con el título de Perito Auxiliar en Desarrollo de Comunidades.
La abanderada del grupo es Virginia Silveira, que proyecta continuar estudiando abogacía en la Facultad de Derecho de la UBA. “Es un final lleno de logros, termino de cursar pero seguiré unida al lugar, porque estuve desde el inicio y vi todo lo que implicó y generó el aporte del ‘bachi’”, sostiene.
Sebastián Remolgado es otro de los futuros egresados. Si bien no pertenece a la comunidad homosexual o trans, valora el aporte del “Mocha”. “Conocí la existencia de este bachillerato a través de su director, Francisco Quiñones. A mí me faltaban un par de materias para terminar el secundario, y me acerqué. Sabía que iba a haber trans y en un primer momento fue impactante, nunca había estado en un lugar con tanta diversidad. Aquí conocí a muchas personas que me abrieron la cabeza y aprendí que también las oportunidades se las genera uno. Estoy orgulloso de estudiar acá”, afirma, y cuenta que una vez recibido seguirá estudiando en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
 Eugenia Pagani también se suma a contar su experiencia. Ella llegó casi de casualidad, para acompañar a una amiga que se anotaba, y decidió inscribirse. “Fue impactante, pero al rato me integré al grupo y era un aula más llena de compañeros”, dice

La polémica por las declaraciones del arzobispo Aguer
“La homosexualidad es una abominación amparada por la ley”, dijo días atrás durante una misa el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. Su declaración generó el repudio de organizaciones sociales, entidades de derechos humanos y distintos espacios políticos que le exigieron una urgente “retractación pública”. Además pidió rezar “por estas personas” a las que trató de “descaminadas y depravadas”. Aguer, quien siempre se mostró como opositor a la comunidad homosexual, reivindicó en sus declaraciones su postura al decir que “la ley del matrimonio igualitario es una ley injusta en la Argentina, no sólo por lo que piensa la Iglesia sino contra el orden natural”.
“El ataque para mí está de más”, opina la alumna Virginia Silveira. “Mientras la ley y el Estado me apoyen y sepan que nosotras existimos, los dichos no me afectan”.
En el Mocha Celis coinciden en que la estigmatización persiste, pero la lucha también. Victoria Pavón Torres sostiene que “no pretendemos cambiar su pensamiento, todos tienen el mismo derecho a expresarse. No me duelen sus palabras. Antes esas palabras venían acompañadas de una paliza de la policía, de estar presa y de la discriminación de la gente. Ahora tengo mi identidad y un futuro”.
“Somos conscientes de que dimos pasos importantes, pero ante estas declaraciones debemos trabajar más para que se genere inclusión social y combatir la discriminación”, añade Vida Morant.