Marcelo Ameijeiras reapareció tras haber protagonizado la toma de rehenes en Tortuguitas. Cuando salía de la fiscalía de Malvinas Argentinas, le pidió a los guardias que lo escoltaban que no le cubrieran el rostro. Y, como lo hizo este jueves, habló sólo ante las cámaras de televisión que montaban guardia.
“No declaramos porque no nos dan garantías de vida”, contó el Correntino. “Quiero dejar asentado en estado público que mi vida está en riesgo. Los poderes lo están pidiendo así: no quieren que hable”, amplió mientras lo subían a un camión de traslado de detenidos.
Junto a su cómplice, Marcelo García, enfrentó a la fiscal Karina Carbonella, pero finalmente se negó a declarar. Poco después fue trasladado a la cárcel de Sierra Chica, uno de los penales más antiguos y que alberga a delincuentes con graves delitos (allí está alojado Carlos Robledo Puch).
El nuevo destino de Ameijeiras coincidió con el pedido que realizó el gobernador bonaerense Daniel Scioli.
“Espero que lo lleven a (la unidad penal de) Sierra Chica y no salga más, que es donde tiene que estar”, reclamó Scioli.
El gobernador se quejó porque “hay delincuentes que están dispuestos a todo y en el Estado tenemos que estar dispuestos a todo”.
“Yo, como Ejecutivo, puedo detener. Lo pongo a disposición de la Justicia, y es la Justicia la que determina, en base a la peligrosidad del delincuente, la posibilidad de su salida”, dijo Scioli.
El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, había dicho que, aunque “sería prematuro hacer conclusiones rápidas, esto tiene una connotación política”. “No creemos en las brujas, pero que las hay, las hay. Hay diferentes acontecimientos en la provincia de Buenos Aires que tienden a generar climas de tensión, especialmente a fin de año, que es una fecha muy sensible”, sostuvo.
Por su parte, Ricardo Casal, ministro de Justicia bonaerense, consideró que Ameijeiras “aprovechó” la presencia de las cámaras de televisión “para decir que era un tema político, un perseguido, que él no era ladrón ni asesino”, pero remarcó que “utilizó” la situación “como argumento exculpatorio” para buscar convertirse en un “héroe efímero, en una situación criticable y rechazable”.