SOCIEDAD
FERIA DEL LIBRO

Bárbaro, Mercado, Reato, Rubín y el debate sobre la Iglesia y la Dictadura

Mantuvieron un jugoso intercambio sobre un tema que sigue vigente. Kirchnerismo, la falta de autocrítica y el papa Francisco.

Julio Bárbaro, Silvia Mercado y Ceferino Reato en la Feria del Libro 2014
| Perfil.com

Las referencias a la última dictadura siguen teniendo el mismo peso, trascendencia e intensidad en los debates de la Feria del Libro. Este domingo, los periodistas Ceferino Reato, Silvia Mercado y Sergio Rubín, junto al dirigente peronista, Julio Bárbaro, debatieron sobre el rol de la Iglesia en la dictadura y la falta autocrítica de la mayoría de sus protagonistas, y expresaron esperanza ante la figura del papa Francisco. 

Religión y dictadura. La Iglesia católica argentina tuvo un rol trascendental antes y durante el "Proceso de Reorganización Nacional". Influyó fuertemente tanto en las fuerzas armadas como en las organizaciones guerrilleras. “Sectores de la Iglesia armaron tanto a Montoneros como a la dictadura”, indicó Reato.

El ejército y la Iglesia católica fueron dos grandes pilares de aquella época. A modo de referencia, el autor de Viva la Sangre, dijo: “Jorge Rafael Videla era una expresión de los sectores conservadores, integristas y con fuerza en el episcopado”. También detalla en su libro Disposición final que el comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas era un buen católico que a pesar de haber pasado veinte años de su vida preso por violaciones a los derechos humanos: “Iba todos los días a la capilla, rezaba el rosario a las 6 de la tarde y tomaba la comunión todos los domingos”.

Reato incluso definió a los Montoneros como “una creación de la Iglesia Católica con una visión muy particular sobre Cristo, a quien consideraban un revolucionario terrenal”. La mayoría de sus integrantes tomaron al pie de la letra frases como "no hay amor más grande que dar la vida por los demás", oración que aparecería repetidamente en publicaciones partidarias con el objetivo de conciliar la militancia católica con la revolución y la lucha armada.

Bárbaro, por su parte, sintetizó esta compleja pero real unión entre religión y violencia de los años setenta de la siguiente manera: “Todos los religiosos encuentran en el riesgo de la muerte una cercanía mucho más lógica que los ateos, como que en esa tragedia hay una noción de trascendencia”.

División pre-dictadura. Bárbaro, exdirector del COMFER y autor de Juicio a los 70, se retrotrajo a comienzos de los '60 para analizar la segmentación social que comenzó a brotar en su juventud, cuando “la universidad estaba dividida entre católicos y marxistas”.

El golpe de Juan Carlos Onganía a Arturo Umberto Illia el 28 de junio de 1966 “tuvo un sello católico fanático”, según el dirigente peronista. Al poco tiempo, se produjo un acuerdo entre la Iglesia y el gobierno de facto que dejó a un amplio sector de la juventud a la deriva. “Lenta e inexorablemente esas dos facciones de la juventud universitaria terminaron acercándose a la violencia”, completó Bárbaro.

Sumada a esta incipiente división y en el mismo período; Rubín agregó un dato relevante, a fines de los '60 “la Iglesia aseguraba que era válida la resistencia armada cuando la opresión era muy fuerte”. Fue una de las primeras referencias de la Iglesia a la lucha armada.

Las tres caras de la Iglesia. Durante el proceso hubo un sector del catolicismo que apoyó la violencia y otro que no. El primero se fraccionó entre los que apoyaron al régimen de Videla y por el otro, los que se acercaron a los grupos guerrilleros. Rubín los describió entre aquellos que “querían la patria socialista, y los que veían al demonio marxista”. Ambas no podían convivir, por lo tanto concebían “como única alternativa, matarse”, señaló.

Pero, hubo otro sector de la Iglesia que repudió el conflicto armado. Fue un actor desapercibido de esa etapa de la historia argentina que “intentó contener a los sectores políticos violentos mediante un trabajo de cristianismo y de justicia social”, explicó Silvia Mercado, autora de El inventor del peronismo. Uno de sus máximos referentes fue Adolfo Pérez Esquivel quien creó el Movimiento de Servicio Católico por la Paz y Justicia en 1973.

El padre Carlos Mujica también siguió los pasos de la iglesia no violenta, aunque, luego pagaría con su vida el precio de querer permanecer ajeno a la disputa armada entre ambos bandos.

Francisco, Bergoglio y los 70. “El único que se hizo responsable (del papel de la Iglesia en el proceso) fue el Papa Francisco”, opinó Rubín con contundencia, y agregó que ciertos sectores políticos utilizaron la historia reciente sólo para sacar ventajas.

“La primera mención sobre la dictadura por parte del Papa fue en febrero de 2014 en un mensaje a los cardenales que componen la Pontificia Comisión para América Latina”, detalló Reato. El escritor aseguró que Francisco lamentó que en la Argentina “tantos muchachos de la acción católica hayan tomado las armas por una mala educación de la utopía católica”.

Rubín habló del rol del actual Papa en su época de cardenal durante la dictadura. Lo definió como “un conservador con sentido común, jamás fue cómplice de la dictadura ni todas esas cosas que ha dicho un periodista durante más de diez años”.

Los Kirchner y la dictadura. Bárbaro asegura que “si no terminamos los setenta es porque algunos parasitan esa memoria, viven de ello. Los setenta como resentimiento no le sirven a nadie y lastiman a la sociedad”.

“Los Kirchner han elegido mucha justicia y poca verdad. Fue un cálculo político que les dio mucho rédito electoral” dijo Reato. A su vez, insistió en que el matrimonio presidencial se esforzó para que los militares condenados y sus subordinados no hablaran. En tal sentido, afirmó que “al gobierno no le interesa la verdad, no hay una cuestión de valores en los Kirchner, lo hicieron porque les convenía (políticamente), si les hubiera convenido otra cosa, la habrían hecho”.

Autocrítica. “El Papa va a seguir en este tema, los '70 le pesan y algunos sectores lo utilizaron contra él”, estimó Reato. A su vez, se esperanzó con que la Iglesia católica realice una autocrítica profunda “para sacarnos a los 70 de encima”.

Rubín aseveró que la Iglesia argentina está trabajando en un documento de análisis de la época del "proceso". También, recordó dos autocríticas a mediados de los noventa y en el 2000 en la provincia de Córdoba. “La Iglesia fue la única que pidió perdón. Hay muchos que deberían reconocer sus errores y no lo hicieron”, reflexionó el autor de El jesuita.

“El Papa ha perdonado a quienes los han difamado, les abrió la puerta del Vaticano y les dijo: ‘tenemos que pensar en los 40 millones de argentinos’”. Según Rubín, un país sin una cuota de perdón no puede salir adelante, “el ojo por ojo, diente por diente no ha funcionado” finalizó.

(*) Especial para Perfil.com.