SOCIEDAD
Muecos parlanchines

Buenos Aires insólito: Cómo es una reunión de más de 15 ventrílocuos en un bar

En Argentina existe una de las dos únicas asociaciones de ventrílocuos del mundo y se juntan todos los meses en un bar porteño. No se pierda el video en el que cobran vida los muñecos.

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Dar vida a un muñeco, ponerle voz, darle chispa, y hacer reír al público. Una tarea nada fácil. Una profesión cargada de “sentimientos”, como lo describen sus protagonistas. Una forma de vivir que se transmitió siempre de padres a hijos, con sus técnicas, sus rutinas y sus secretos que hoy empiezan a revelarse. 

Así lo sienten y lo transmiten los miembros del Círculo de Ventrílocuos Argentinos (CIVEAR), una de las únicas dos instituciones que reúne a ventrílocuos en el mundo (la primera se creó en Las Vegas, USA), que ya lleva nueve años de vida. 

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Perfil.com estuvo con ellos, que suelen reunirse los primeros lunes de cada mes en un bar de San Telmo, para intercambiar experiencias, charlar sobre posibilidades laborales, compartir sus nuevas rutinas con sus muñecos, mostrar nuevos descubrimientos. 

Café o cerveza de por medio, y a pesar de conocer el personaje de cada uno y sus muñecos, se ríen a las carcajadas cuando alguno pone en práctica su gracia, como si fuera la primera vez que lo ven. Uno viste de payaso; otro lleva camisa, chaleco y moñito, como su muñeco; otro más allá sólo viste una remera y un saco de cuero; en el medio, una niña de 10 años no suelta su muñeca.

Las historias, los muñecos y los chistes, en efecto, varían según el público para el que dedican sus show. Los hay infantiles, para adultos e, incluso, para cabaret. 

Algunos cambian de muñecos a medida que avanzan en su rutina. Cambian de voz. Cantan. Chistes verdes, inocentes y una que otra improvisación. La camarógrafa de Perfil.com, por cierto, se llevó varios piropos de algunos de los muñecos. 

La ventriloquia es, en efecto, “el arte de dar vida a un muñeco”, darle la voz de uno mismo, pero con diferentes matices, tratando de no mover los labios. Pero es también ponerle una impronta propia, una historia diferente, aunque el muñeco sea parecido a un humano, o tenga la forma de un animal o represente personaje de un cuento.

“Porque darle vida a un muñeco es algo especial, es transmitir lo que uno tiene adentro, el ego, pero para bien, para hacer reír, para producir alegría, algo nada más necesario en este mundo y en este momento”, explica Miguel Ángel Lembo, presidente de CIVEAR

Vea el video que muestra la gracia de más de 15 muñecos durante las dos horas que duró la reunión. Luego, ya sin vida, cada uno volvió a descansar a su valija.

*Redactora de Perfil.com.