SOCIEDAD

Cada vez más argentinos estudian en el exterior

Cursan grados y posgrados. Cómo es la vuelta. Fotos. Galería de fotos

Gerónimo, estudiante de ingeniería de sistemas de 26 años, en Alemania.
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Hace un año y medio que Gerónimo Tutusaus, estudiante de ingeniería de sistemas de 26 años, pisó tierra alemana por una beca de estudios que le dio la Universidad Tecnológica Nacional. Él no fue el único: en tres años aumentó entre un 5 y un 160 por ciento los estudiantes universitarios que viajaron a otros países para hacer materias de grado y postgrado en instituciones extranjeras.

Pero muchos de estos jóvenes, al igual que él, les costaban adaptarse al nuevo entorno y ansiaban retornar al país, aunque eso luego significara en algunos casos afrontar nuevos problemas de readaptación. Reintegrarse en los estudios, conseguir nuevo trabajo y extrañar a los familiares y las costumbres son las principales causas de querer volver a casa.

"Deseaba regresar para poner nuevos órdenes en mi vida, reencontrarme con mis seres queridos, recibirme y trabajar", expresa Gerónimo.

"Pasé mi primera navidad y mi primer cumpleaños lejos de mi familia. Necesitaba volver para recargar pilas", dice Nazareno González, estudiante de biotecnología de 24 años que cursa en la Universidad Nacional de Quilmes y que el año pasado estudió un semestre en España. El primer mes fue el más complicado para él. "Pensé que a la semana de llegar iba a tener amigos, pero no fue así. Después formé un grupo muy lindo".

Lourdes Lodi (31), estudiante de la Universidad Nacional de Rosario que realizó un máster en Política en la Universidad de Londres por un año, cuenta que se le hizo difícil adaptarse a compartir la cocina y el baño "con 15 personas de costumbres y horarios distintos". "Ellos cenaban a las seis de la tarde pero yo a esa hora tomaba café con leche y luego hacía deportes o me quedaba estudiando".

Tanto Lourdes como Gerónimo concuerdan en dos factores que pesaron fuerte en la rutina diaria: "Si hay un momento que es deprimente para quienes no estamos acostumbrados es que el sol duerme en el horizonte a las 16.30", plantea Gerónimo.

El segundo tema es la falta de afecto de los seres queridos. "Extrañé los abrazos de mi hermano Mariano. El día que llegué y quise saludar con un beso a mi vecino de habitación, se echó para atrás horrorizado. Tendríamos que exportar lecciones de afecto", bromea Lourdes.  

Regreso. Para Ana Rozenbaum, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, "regresar al país significa volver a jugar de local, cuestión que no deja de proporcionar cierto alivio al recuperar los hábitos conocidos de siempre". Una vez que los jóvenes vuelven del extranjero, deben atravesar una etapa de readaptación con el estilo de vida que llevaban previamente.

Aunque hay casos que no presentan dificultades, en otros "el shock cultural puede ser fuerte, más aún cuando el destino elegido se ubica en países del primer mundo que tienen una organización social y cultural diferente a la local", explica Mercedes San Martín Vivares, coordinadora del área de Relaciones Institucionales de la UADE.

Nazareno comenta que cuando volvió a Buenos Aires "fue todo un choque". "Acá la gente vive apurada y nerviosa, corriendo para todos lados, hay mucho nerviosismo. En España, aunque no es el ‘primer mundo’ que yo me imaginaba antes de viajar, hay cosas que funcionan que acá no, como el sistema de transportes y los precios de los alimentos que allá están acordes a los sueldos".

Para Gerónimo, llegar a su casa fue una sensación extraña: "me llamaba mucho la atención el bullicio de nuestro idioma".

Claudia Romero, directora del área de educación de la Universidad Torcuato Di Tella, menciona que "en la readaptación también es importante para el joven insertarse en el mercado laboral satisfactoriamente, lo que si bien no está garantizado, el hecho de haber estudiado afuera es un factor que se valora". En el caso de Gerónimo y Nazareno, ambos lograron conseguir trabajo al poco tiempo de volver afuera, uno como líder en un proyecto gubernamental y el otro en uno de los laboratorios de su universidad. Para Lourdes, el título del exterior la ayudó a obtener una beca del Conicet para hacer el Doctorado.

A la cuestión de la readaptación, se le debe sumar un "denominador común" entre los estudiantes: comparar la educación universitaria argentina con la del país visitado. Lourdes, Gerónimo y Nazareno, sin conocerse y habiendo hecho carreras distintas, coinciden en destacar los recursos tecnológicos e instalaciones de las universidades europeas y también en otro punto llamativo.

"Volví hecho un embajador del sistema educativo argentino, contrario a mis pronósticos y sin desmerecer los logros del país europeo" confiesa Gerónimo. "En Argentina nos enseñan la tenacidad, el sacrificio y el instinto de supervivencia", dice Lourdes. Nazareno acota algo particular: "mis amigos de allá no pueden creer que tengamos en el país universidades gratuitas donde no hay que pagar ni un solo peso".

Juan Mérega, uno de los coordinadores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), ofrece una explicación a los comentarios de los estudiantes. "En nuestro país existe un adecuado balance entre los contenidos generales y los específicos de cada disciplina. En otros países el peso específico por sobre lo general es demasiado rotundo y esto es un problema".

(*) Especial para Perfil.com.

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