Cuando Graciela Saieg (50) y su marido decidieron que este año irían a esquiar, no perdieron tiempo y empezaron con las clases unos meses antes... en Buenos Aires. Todos los sábados van a practicar, en unos simuladores de ski & snowboard que emulan la sensación de estar deslizándose en la montaña, pero puertas adentro.
“Teníamos ganas de poder disfrutar de la nieve sin caernos tanto, así que decidimos que lo mejor era prepararnos unos meses antes y sacamos un paquete de diez clases”, cuenta Saieg, apenas termina su sesión en Skibaires, la escuela de ski & snowboard de Vicente López, donde se utilizan estos simuladores. Y agrega que si bien al principio les costó, el proceso va dando resultado. “De grande tenés más miedo y todas las indicaciones te parecen difíciles, pero con las clases el cuerpo se va aflojando”, dice.
Cuña, deslizamiento en diagonal, giros en paralelo, todos los movimientos que requieren las técnicas del buen esquiador pueden aprenderse en el simulador, que consiste en una rampa con una alfombra sintética que se desliza en distintas velocidades. Son los principiantes quienes más aprovechan esta tecnología, que les permite llegar a la montaña más preparados.
Las clases duran una hora y media y equivalen a un día entero en la montaña, ya que el entrenamiento es intenso y sin interrupciones. “Cuando vas a hacer una bajada, sólo para subir estás de ocho a quince minutos, y después te deslizás cinco minutos”, explica Juan Pablo Uehara, instructor de ski, que dirige Skibaires junto a Aníbal Basso. Para él, con los simuladores “la aproximación al deporte es mucho más amena, porque no hay frío y no hay pendiente como en la montaña, además estás todo cubierto con un equipo pesado. Todas esas sensaciones nuevas con un grupo de principiantes, a veces no resultan cómodas”, agrega.
Para los más grandes que van a aprender, recomiendan tomar diez clases, mientras que los más chicos con cuatro clases están listos.
Este año, el Hotel Llao Llao de Bariloche también sumó el simulador de ski “más grande y moderno de Sudamérica”, como una atracción más para sus huéspedes. Ubicado en uno de sus salones, con una medida de siete metros de bajada y seis metros de ancho, está disponible durante todo el día para el que quiera aprender, o para quien el día en la montaña no le alcance. Fueron los propios instructores que lo recomendaron, luego de verlo en Europa o Estados Unidos, donde la práctica del “ski indoor” está muy instalada. “Los que más lo utilizan son los que recién llegan a Bariloche, y no tienen tiempo de ir al cerro. Acá pueden entrar en calor e ir más preparados”, explica Myrna Alfonso, gerenta de Resort del hotel.
En tanto, otra opción son las pistas de nieve seca en centros urbanos, que este año trajo al país por primera vez la empresa DrySnow. La idea es la misma de los simuladores: generar la sensación de estar esquiando, pero con piezas plásticas que se ensamblan y arman una pista de esquí. Incluso si hay una pendiente en el lugar puede aprovecharse y armar un circuito donde esquiar o hacer el famoso “culipatín”. “En Buenos Aires y en varias provincias del interior se están desarrollando parques de deportes extremos, por eso nuestro objetivo es acercar el ski a todos los que quieran practicar un deporte de montaña en la ciudad, u organizar eventos como torneos de freestyle o campeonatos de salto”, cuenta Inés Martí, socia del emprendimiento.
Así, mientras en el sur del país esperan una fuerte caída de nieve, en Buenos Aires también se puede esquiar.