Cuando éramos chicas las de treinta y pico de hoy no teníamos Internet ni celular ni, a veces, teléfono. Jugábamos con muñecas hasta los 14 en role plays a ser mamis y Barbies, con los chicos del barrio, con primos, y los cumpleaños no incluían grandes locaciones ni despliegues aparatosos; mucho menos costosos alquileres.
Gran parte de la ilusión era el momento en que llegaba papá con el regalo “grande” de la fiesta, la muñeca del momento o con la decoración de la torta de tu mamá. Pero también teníamos las novelas.
Ni prohibidas ni supervisadas, estábamos gran parte del día a medida que crecíamos bajo el estímulo visual y cognitivo de las novelas para adultos en un input constante.
Veronica Castro, Jeanette Rodrigues, Grecia Colmenares, Victoria Ruffo y quizás también Luisa Kuliok eran las referentes. Ofreciendo modelos de mujer y de… heroínas.